Texto: Pepo Paz Saz
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La tradición manda, pero la fiesta se renueva. De labrador a influencer, San Isidro detiene por un día el ajetreado latido de la capital del Reino y lo llena de ecos castizos, requiebros taurinos y diversión, mucha diversión. Porque, aunque Madrid se ponga en plan chulapo y le crezcan las verbenas y el personal le pegue a la limonada y las rosquillas por unas horas, este pueblo grande devenido en villa universal celebra de mil maneras sus fiestas patronales. Cuestión de carácter.


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Kit del chulap@

Madrid es una ciudad conocida por su hospitalidad: no importa de dónde se venga, a nadie se le pregunta. Eso dice el tópico, al menos. Así que no te extrañe encontrar a un escocés dándole al organillo o una chica de Wisconsin bebiendo agua de la fuente que hay junto a la Ermita del Santo. Al abrigo de multitudes, el día de la fiesta el agua milagrosa la sirven los “aguadores”, un oficio a la antigua usanza: de sus propiedades curativas hace tiempo que no se tienen noticias (en concreto, desde que la red del Canal de Isabel II la suministra como a cualquier hijo de vecino). Pero la devoción manda y los madrileños, que son abnegados en esto de hacer colas, regresan año tras año con sus vasos y botellas a su cita con el milagro. Quizás ese sea, precisamente, el mayor logro del humilde labrador: el entusiasmo con que se acude en tropel al parque de la Ermita del Santo. Familias, grupos de amigos y pandillas de adolescentes se solapan entre el aroma de los entresijos y las gallinejas con las parejas de chulapos que, con chaleco o chaquetilla corta, clavel en la solapa y gorra ladeada -ellos- se marcan un chotis de zarzuela con las chulapas de vestido de lunares ceñido hasta los pies y pañuelo anudado al cuello, dos claveles prendidos y mantón de Manila –ellas-. ¡Que corra la limonada y las “tontas” y las “listas” y las de “Santa Clara” y las “francesas”! ¡Que San Isidro Labrador ha congregado en su parque a los vendedores ambulantes, las atracciones de feria y la música en tres escenarios! ¡Milagro, milagro!


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 La ciudad encendida

El jolgorio en el Parque de la Vía Carpetana dura hasta el fin de fiesta con el castillo de fuegos artificiales que ilumina el cielo de Madrid a la medianoche del día 15. Pero antes… Antes (y durante cinco días, los que van del 10 al 15), la villa va desplegando múltiples escenarios donde tienen cabida desde la música y el entretenimiento a la moda y la participación ciudadana. A la pradera de San Isidro se le suman otros espacios vecinales como la Plaza Mayor, Las Vistillas, la plaza de la Villa y la de Oriente, el Parque de El Retiro, la plaza del Conde de Barajas y la de Juan Goytisolo, el Templo de Debod, el parque Tierno Galván y el Planetario, el Templete José Meneses, las céntricas plazas de Las Comendadoras e Isabel II, Madrid Río, la patria chica de los Manolos (Lavapiés) y los diferentes centros municipales de la ciudad.


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Un santo para todos los públicos

A fuerza de ser hospitalarios, a los madrileños sus munícipes les premian con un programa diverso donde todos caben. Para los amantes de la música hay de todo un poco: flamenqueo, pop, rockeros de los que nunca mueren, música electrónica, acordes del mundo y música y bailes tradicionales castellanos (los de la tierra, aunque la ciudad sea cosmopolita y hace tiempo que haya olvidado sus raíces). Los atardeceres de estos cielos velazqueños se han llevado los conciertos de música clásica hasta el Templo de Debod mientras que los más pequeños tendrán talleres, espectáculos de payasos y mimos, juegos y hasta un espacio biodivertido. Y a espaldas de la plaza de la Villa, en la recoleta plaza del Conde de Barajas, los poetas ensartarán versos y el microteatro elevará el diapasón dramático.


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Por unas jornadas, por unas horas, Madrid se echa a la calle. Es la fiesta de su patrón, San Isidro. Y si puedes hacerte con nuestra nueva ‘Guía Total de Madrid’ disfrutarás, sin faltarte un detalle, de la ciudad y sus fiestas.

¡Ven con nosotros y disfrútala!