La grandeza de su Naturaleza os abrumará nada más poner los pies en el país, menos frecuentado que su inmediato vecino. En el país de los grandes espacios vírgenes –con unos 40 parques nacionales–, desde Terranova al este hasta las islas del Vancouver al oeste, nada os impedirá ver alces, ballenas, orcas, grizzlies, osos polares, wapitís…, o practicar senderismo, bicicleta de montaña, kayak, rafting, snowboard, esquí, surf, vela.
Vikingos, exploradores, colonos franceses e ingleses, inmigrantes y pueblos autóctonos –como los inuit, en el país desde hace 4.500 años– son los ingredientes del multiculturalismo canadiense, con Toronto como una de las capitales más cosmopolitas del mundo o Vancouver, con más de 70 nacionalidades distintas. No faltan además importantes polos económicos y culturales, como Quebec, Ontario, Toronto, Montreal, Ottawa.
En avión. Iberia ofrece vuelos regulares desde España, con escalas. Air Canadá con enlaces desde Alemania y Air Transat vuelos directos durante una parte del año. Otras compañías que ofrecen vuelos a Canadá desde España son: Air France, KLM, Lufthansa y también British Airways.
Los canadienses lo tienen claro: el avión y el coche. El tren y el autobús cubren los trayectos principales.
Los campings son baratos, están bien equipados y los hay por todas partes, más en los parques nacionales. En las ciudades, los moteles y B&B son más baratos que los hoteles. Los B&B permiten compartir la vida cotidiana de los canadienses, pero en muchos no admiten niños. También está muy extendido el intercambio de casas y pisos. Los ranchos son típicos del oeste.
Un modelo de ciudad para vivir: naturaleza y asfalto en sintonía. Crisol de culturas, con 70 nacionalidades, reivindica su legado amerindio, ilustrado con inmensos tótems dispersos por la ciudad.
Muy british, Victoria ha transformado sus antiguos almacenes en animados bares y restaurantes. Es además una buena base para explorar la isla. Tofino es un puerto pesquero que constituye un auténtico rincón del edén.
Calgary es sinónimo de la Estampida, el mayor rodeo del mundo. Y por supuesto, punto de partida para atravesar los increíbles paisajes de las Rocosas, como el Waterton Lakes National Park.
Entre la Columbia Británica y Alberta, el plato fuerte de un viaje a Canadá. Cuatro parques nacionales (Banff, Jasper, Yoho y Kootenay). La highway 1 y la 93 las atraviesan. Si preferís el tren, las 18 h de Jasper a Prince Rupert son uno de los trayectos ferroviarios más espectaculares del mundo.
La que aspira a ser la ciudad más cosmopolita del mundo, esconde tras su apariencia fría y gris, agradables callejuelas, parques con ardillas, restaurantes y adorables bares y una trepidante vida nocturna.
Enorme urbe de aspecto típicamente americano: rascacielos y grandes avenidas… Solo su casco histórico ha conservado su esencia quebequesa.
No se trata de un espacio protegido. Y además están en el centro de la ciudad. Pero a pesar de todo: gigantescas y maravillosas. Más de 2.800 m3 por segundo.
Cerrando la bahía Éternité, los cabos Éternité y Trinité levantan sus abruptos farallones más de 300 m por encima del nivel de las aguas de los ríos Saguenay y San Lorenzo.
Algunos creen que Tadoussac se halla una de las bahías más bellas del mundo. No os perdáis la confluencia de los ríos Saguenay y San Lorenzo. Un lugar privilegiado para el avistamiento de ballenas.
Un mundo aparte, con reminiscencias celtas y gaélicas. Espesos bosques salpicados por lagos en los que abrevan alces, osos y corzos.
A 250 km de Toronto, 7.700 km2 de naturaleza exuberante y millares de lagos. Es el Canadá más salvaje. No habréis estado en Canadá si no recorréis los lagos del parque a bordo de una canoa.
A unos 2 km de Downtown en Vancouver. Un puente colgante a 70 m de altura sobre un barranco de 137 m de profundidad. Cuanta más gente hay en él, ¡más se balancea!
Canadá es uno de los países mejor preparados para el camping. Estaréis en plena naturaleza. En Alberta, podréis hacer una alucinante excursión por el glaciar de Athabasca.
Un auténtico decorado teatral: tiendas pintorescas, artistas callejeros, casas de granito con alta chimeneas y lucernarios… y las murallas del siglo XVIII.
En Tofino, que además os da la oportunidad de practicar surf. Las orcas, en Telegraph Cove. En este último podréis dormir en cabañas sobre pilotes.
Un agradable paseo por la carretera de Tofino a Ucluelet.
En el lago Saint-Jean, más de 256 km desde Alma a Dolbeau-Mistassini, pasando por Saint-Félicien o el parque nacional de la Pointe-Taillon.
El no va más de esta región: bosques, lagos, playas, ballenas…
Para llegar al Cap Bretón, una larga y pintoresca carretera que serpentea entre el mar y las montañas: «la singladura marítima más bella de Norteamérica».
Lo mejor de esta ciudad son sus magníficos museos nacionales, como el de Historia de las Civilizaciones, que os ayudará a conocer a las poblaciones amerindias. Y si tenéis ocasión, patinar por las aguas heladas del canal Rideau.
La parte anglófona canadiense está, a primera vista, más americanizada desde el punto de vista culinario que Quebec, francófono y amante de la buena mesa. Así pues, en las poblaciones pequeñas, igual que en las carreteras, no esperéis ágapes gastronómicos. Es mejor que os conforméis con los voluminosos club-sándwich, las enormes pizzas y las tartas heladas de chocolate.