País montañoso, bañado en sus más de 1.800 km de costa por el Mediterráneo y el Atlántico y rodeado también por el mar de arena del Sáhara, Marruecos posee cumbres de más de 2.000 m, fértiles valles, llanuras desérticas y oasis, además de una gran variedad de climas. Podría decirse que es un país frío donde el sol es abrasador. Paraíso de aves y reptiles, su flora es una de las más ricas del norte de África. Y su patrimonio arquitectónico, el más variado de los países del Magreb: desde las kasbas bereberes de las rutas de las caravanas hasta sus medinas de tejas esmaltadas, artesonados de cedro, celosías, arcos de herradura, zelliges y muchas otras muestras del saber hacer de los artesanos marroquíes. Deportes náuticos y de aguas bravas, senderismo, esquí, una rica artesanía..., y en la mesa, tajín, cuscús, harira, pastillas, pasteles y, sin duda, un té a la menta.
No es un país peligroso, pero hay que estar atentos en las aglomeraciones.
Son varias las compañías aéreas que viajan a Marruecos de forma regular y desde los principales aeropuertos españoles: Air Europa, Binter Canarias, Iberia, Royal Air Maroc. También existe la oferta de bajo coste como Air Arabia Maroc, Ryanair y Vueling.
En barco hay ocho compañías navieras que ofrecen servicio a cuatro puertos de Marruecos (información https://www.ferries.es). También se puede viajar en autobús, con Alsa (https://www.alsa.es) y Eurolines (http://www.eurolines.es/es/) o llevar el coche en ferri.
El coche garantiza más libertad y no es muy caro, pero hay que estar muy atento al volante. El tren también es una buena opción para las principales rutas. En cuanto a la red de autobuses, cubre bastante bien el país, incluso las zonas alejadas. Si solo pretendéis visitar algunas ciudades grandes, el automóvil es francamente inútil.
Los cámpings, excepto algunos casos, no están muy bien acondicionados y los albergues juveniles no son muy numerosos (una docena de la red Hostelling International en las principales ciudades, y algunos privados, sobre todo en Marrakech y el norte del país). La opción del hotel es lo más aconsejable; si bien hay muchos hoteles de categoría superior, los de categoría media (dos estrellas) son escasos, y los establecimientos sin clasificación, en particular los situados fuera de las rutas turísticas, son rudimentarios. También existe la posibilidad de las casas de huéspedes o el alquiler de apartamentos, si se viaja en grupo. Los riad y dar son alojamientos agradables y los que ofrecen la mejor relación encanto-confort-precio.
Erg Chebbi es la atracción de la zona. No os la podéis perder. Se trata de un gran montón de arena de unos 27 km de largo por entre 6 y 7 km de ancho
Una ciudad donde todo es posible. Escenario de novelas, películas de aventuras y espías, entre dos continentes y dos mares. Perdeos por las abarrotadas callejuelas de su medina.
Ciudad santa, asentada sobre una ladera de 600 m de altitud, su color azul no deja de atraer a los visitantes, que abarrotan sus estrechas callejeulas que suben y bajan sin cesar.
Palacios, edificios art déco, casbas, laberínticas medinas, necrópolis y mausoleos, riads, mezquitas y madrazas, hamanes y los zocos árabes más bellos... Y también desde Mequínez, posibilidades para explorar Volubilis y Mulay Idrís.
El reflejo de un país en movimiento. La gran mezquita, la medina, el puerto, el barrio de los Habous, el Maarif, los edificios art déco… y además sede de la futura torre más alta del continente africano.
La antigua Mogador es una ciudad auténtica y ajena al paso del tiempo de la que resulta difícil escapar. Pasead por su medina y entablad contacto con su población.
Esta bella carretera pavimentada merece por sí misma el viaje a Imilchil. Los paisajes áridos y verdes se alternan con una diversidad inusitada: ¡el Atlas en todos sus estados geológicos!
Una barrera natural al sur de Marrakech. Los contrastes de colores resultan fascinantes: la blancura de los picos nevados, el rosa de las flores de los frutales, el verde de la hierba fresca, el rojo anaranjado de la tierra...
A 30 km de Uarzazat, uno de los ksour (castillo) mejor conservados del sur de Marruecos. En esta fortaleza, Patrimonio de la Humanidad, un dédalo de callejuelas y pasajes se entrelazan entre las frágiles casas de adobe.
A 80 km de Agadir, en el Anti-Atlas, «la pequeña Marrakech» conserva un cinturón amurallado de 7 km. Puede recorrerse en bicicleta o en calesa.
164 km de carretera bordeando el uadi en un valle de palmerales –entre los más bellos del país–, campos y ksur de adobe. Es la tierra de los harratine.
Al comienzo del valle del Dadés, desde Uarzazat hasta el Tafilatef se suceden cientos de miles de palmeras y terrenos de regadío. Skura, Tinerhir, Tinejdad, Tafilatef… La estrecha relación del hombre y el agua.
Tomar un té a la menta en una terraza con vistas a la plaza Jemaa-el-Fna y disfrutar del espectáculo.
Al norte de Trafaut, en este oasis de montaña se cuentan 27 pueblos a la sombra de las laderas rosadas del jebel Lekst (2.359 m) y su Cabeza de León. Montañas escarpadas, olivos, palmeras, argán y almendros en flor.
Increíble playa moldeada por las mareas, que han esculpido en la roca cuatro arcos especialmente fotogénicos.
Dejad que el taros que sopla desde el mar impulse vuestras tablas en la magnífica playa de Esauira.
Os sentiréis como un pachá y lo recordaréis mil y una noches.
Magníficas gargantas en el Alto Atlas con unos paisajes espléndidos donde las casas se confunden con la roca y los uadis se deslizan entre sus altas paredes... Aquí, la naturaleza es un espectáculo.