La visita a Japón siempre está llena de sorpresas, ya sea por sus paisajes, su rica gastronomía, sus vibrantes ciudades, la amabilidad de sus habitantes, pero especialmente, por su cultura tan diferente a la occidental. Los japoneses, por el hecho de vivir en una isla y los largos siglos en que permanecieron aislados del resto del mundo, han desarrollado una mentalidad particular que resulta chocante incluso a los viajeros más experimentados.
Hay un buen número de costumbres que sin duda llamarán nuestra atención en la visita a Tokio, Kioto, Nagoya, el monte Fuji y otros lugares nipones, como el número de reverencias que realizan al cabo del día, el hecho de descalzarse al entrar en las casas, taparse la boca al reír o no sonarse nunca la nariz en público. La educación y el respeto son rasgos muy bien valorados por los japoneses.
Si un japonés te entrega su tarjeta de presentación, por favor, antes de guardártela en el bolsillo de la chaqueta –nunca en el del trasero del pantalón–, léela con atención como muestra de respeto. También apreciará el intento de decir alguna frase en su idioma como “gracias” (arigato) o “por favor” (onegai shimas). Para saber cómo se dicen en japonés “hola” (konnichiwa) y otras palabras, te será útil el librito Japonés para viajar de Anaya Touring.
El país nipón es solemne, vanguardista, curioso, extravagante y adictivo. El único lugar del mundo donde uno puede deleitarse o inquietarse visitando lugares tan poco comunes como estos:
1. Lo último en tecnología
El Museo de Arte Digital en la isla de Odaiba (Tokio). Es el primer museo de este tipo que se abre en el mundo. En sus 10.000 metros cuadrados en vez de lienzos, dibujos y esculturas lo que hay son ordenadores, muchos, más de 500, y otros tantos proyectores. Tecnología punta para que público y artistas (a los que ya no les hace faltan usar pinceles, ni tallar piedras) establezcan un nuevo vínculo y un punto de inflexión en la historia del arte. Uno se quedará atónito viendo una cascada de luz que discurre por la pared de una de sus salas, un bosque de lámparas flotantes, haciendo un viaje por el espacio, además de otros juegos de luces, sonidos y efectos ópticos.
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2. Los diminutos bares de Golden Gai
En Kabukicho, el barrio rojo de Tokio, es donde se concentra una parte de la oferta de ocio tokiota: locales de entretenimiento para adultos, clubs de servicio de compañía para mujeres y hombres, Love Hotels, restaurantes y bares. Algunos de estos últimos llaman la atención por sus reducidas dimensiones, apenas tienen cabida para cuatro, cinco u ocho parroquianos. Además, su clientela es muy fiel, luego desconfían de los extraños. Los que sí admiten extranjeros lo indican en un cartel, la única pega es que hay que pagar por entrar y consumir, y no son sitios que se caracterizan por sus económicos precios.
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3. Carnaval en el Parque Yoyogui
En este parque, situado en la zona de Harajuku, al lado del santuario Meiji, los domingos se dan cita jóvenes y adultos disfrazados de personajes de manga, lolitas, góticos, sirvientas victorianas, rockabillies y de todo lo que uno se puede imaginar y más. La calidad de los disfraces es tan alta que uno puede pensar que visten así a diario. Sus ropajes y peinados ejercen tal atracción que es imposible no tomarles fotos. Ellos lo saben y posan como modelos felices de que sus disfraces causen sensación, pero lo mejor es que se les pida permiso.
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4. Dormir en un hotel cápsula
Este tipo de alojamientos son más prácticos que extravagantes. Se les conoce como cápsulas, pero su espacio recuerda a un nicho. Sus dimensiones, 1 metro de alto por dos de ancho, dan para mucho más de lo que parece. Los principales usuarios de este tipo de negocios son oficinistas a los que se les ha pasado el tiempo tomando cervezas y sake después del trabajo y han perdido el último tren que les lleva a sus casas. Por eso suelen estar ubicados cerca de las estaciones de tren de las ciudades. Son hoteles masculinos, aunque empieza haberlos también femeninos. Uno se puede alojar horas y la estancia incluye un kit muy completo: zapatillas, cepillo, pasta de dientes y hasta pijama. Son una excelente opción para los presupuestos ajustados. Por si te interesa, la cadena Capsule Inn tiene hoteles de este tipo en varias ciudades japonesas.
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5. Love hotels
Igual que en los hoteles cápsulas, en este tipo de hoteles también se puede reservar una habitación por horas. La diferencia, además del tamaño de la misma, es que aquí no se viene a descansar. Las parejas que se alojan en un Love hotel lo hacen para disfrutar de la intimidad que no tienen en sus casas (en general en Japón las viviendas son pequeñas) y para disfrutar de las posibilidades amatorias que les ofrece el lugar en forma de juegos eróticos, disfraces… hasta servicio de bar y comida, para cuando flanquean las fuerzas. Son muy discretos, uno no se cruza con nadie, ni al entrar, ni al salir. La intimidad está garantizada.
6. Cantar en un karaoke
El karaoke nipón poco tiene que ver con el occidental. Por fuera los neones que los iluminan nos hacen creer que se trata de un hotel o un bar. En Japón los karaokes son establecimientos que cuentan con salas privadas, de diferentes tamaños, equipadas para cantar, comer y beber. Están concebidos para cantar solo ante nuestros amigos, por lo que no tendremos que aguantar los agudos de los desconocidos. Las máquinas de karaoke que hay en cada una de las salas ofrecen varias opciones: para modular la voz, efectos de sonido, etc. Y por supuesto, además de canciones japonesas, chinas y coreanas, también se pueden escoger temas de grupos occidentales. Las salas de karaoke se alquilan por horas y si nos entra hambre y sed se puede llamar al bar del local y nos suben a la sala el pedido. Para hacernos una idea, este ambiente se refleja en la película Lost in translation.
7. Relax en un onsen
Los onsen son aguas termales naturales cuyo baño es beneficioso para combatir la artritis, la diabetes, la circulación sanguínea y la exfoliación de la piel. Esta relajante experiencia se hace desnudo y están divididos por sexos (salvo algunas excepciones). Una vez nos desprendemos de la yukata (una especie de bata) empieza un simple protocolo: se deja la ropa en el vestidor y provisto de una toalla, se accede a la sala de baño. Se toma asiento en un taburete. Se llena de agua el cubo que hay a los pies y se vierte sobre el cuerpo varias veces. Se enjabona, se aclara y a continuación a la bañera común de agua caliente a relajarse. La temperatura del agua oscila entre los 38 - 43 oC grados, por lo que igual, cuesta un poco entrar. Dentro de la piscina se puede hablar, pero sin hacer ruido. Las personas tatuadas no pueden disfrutar de un onsen. Es tentador tomarse una foto dentro de uno de ellos, lo suyo es esperar a estar solos por cuestiones obvias.
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Esto y mucho más te espera en el planeta Japón, un cuerpo celeste ajeno a la Tierra en el que se profesa admiración y respeto por igual a la tradición y a la modernidad.
Texto: Galo Martín