Fundada según la leyenda por Rómulo y Remo en el año 753 a.C., no ha dejado desde entonces de acumular tesoros para perpetuar la gloria de los sucesivos Césares y Papas. A los fabulosos monumentos levantados durante el imperio romano, como el Coliseo, el Foro o el Panteón, siguió la explosión artística del Renacimiento primero y del Barroco después, cuyos representantes más conocidos fueron Miguel Ángel y Bernini respectivamente, hasta conformar un verdadero museo de las maravillas que nunca tiene fin. La animada vida de la gran urbe, el carácter afable de sus ciudadanos, las tiendas de moda de sus renombrados diseñadores y, naturalmente, la famosa gastronomía que gusta a todo el mundo, son añadidos que convierten a Roma en una ciudad a la que siempre se desea regresar.
Prácticamente todas las agencias de viaje ofrecen paquetes vacacionales a Roma, pero dada la proximidad y la variedad de medios de transporte que se pueden utilizar, no hay ningún problema en ir por tu cuenta.
Es muy conveniente llevar la Tarjeta Sanitaria Europea para recibir asistencia médica si fuera necesario. Por otra parte, las coberturas de los seguros básicos suelen incluir gastos médicos, pérdida de equipaje, cancelación del viaje, accidentes o responsabilidad personal.
Para viajar a Italia, país miembro de la Unión Europea, es suficiente con llevar el carné de identidad o el pasaporte en vigor. Si se piensa alquilar un coche es necesario también el permiso de conducir.
Es muy similar al de España por lo que se puede visitar en cualquier momento, si bien es conveniente evitar los meses de verano en los que las temperaturas son muy elevadas y la afluencia de turistas es enorme.
Rige la misma que en España (GMT+1) en cualquier época del año, ya que la adelantan y la atrasan a la vez que nosotros. En cuanto a los horarios de tiendas, museos, restaurantes, etc., son muy similares a los de nuestro país.
La moneda oficial desde 2002 es el euro (€). Las tarjetas de crédito se admiten en la práctica totalidad de lugares turísticos.
La Roma Pass permite utilizar el transporte urbano (autobús, tranvía y metro), entrada gratuita a dos museos o monumentos incluidos en la red de afiliados, y descuentos en todos los demás. Es beneficiosa a partir de una estancia de 72 horas.
El avión es el método más rápido y cómodo, con llegada al aeropuerto de Fiumicino, cuyo nombre oficial es aeropuerto internacional Leonardo da Vinci, aunque cada vez son más las compañías de bajo coste como Easyjet y Ryanair que aterrizan en el aeropuerto de Ciampino, a 15 km del centro de la ciudad. Otras formas de viajar a Roma son el tren, autocar (Eurolines), vehículo propio, e incluso en ferry o crucero con atraque en Civitavecchia, pasando en la mayoría de los casos por Barcelona.
Los medios de transporte más útiles para moverse por Roma son el metro, con solo 3 líneas pero muy práctico, y el autobús, imprescindible para alcanzar aquellos puntos de interés a los que no llega el metro. Además del billete individual existen varios bonos que se pueden utilizar en ambos tipos de transporte.
Otras posibilidades para moverse por Roma son el tren suburbano, que complementa al metro, el tranvía y el taxi. Si se alquila un coche, hay que tener en cuenta que el centro está prohibido a la circulación o es de acceso restringido, por lo que no es demasiado conveniente.
Incluyendo apartamentos y campings, el alojamiento en Roma es muy variado. Los hoteles tienen las mismas categorías que en España, aunque el precio normalmente es muy elevado para lo que ofrecen; los más económicos se suelen encontrar en los alrededores de la estación de Termini y en temporada alta es necesario reservar con mucha antelación. Son muy numerosos también los albergues y las casas religiosas con habitaciones, lugares sencillos pero limpios y bastante económicos. En los últimos años ha proliferado el concepto de bed&breakfast, una alternativa económica a los hoteles y pensiones.
Una guía compacta que concentra lo mejor de Roma junto con abundante información práctica totalmente actualizada. La mejor compañía para un corto viaje a esta bellísima ciudad. La información se divide en varias secciones. Una mirada a Roma hace un breve recorrido por la historia de la ciudad, por su situación económica y sociopolítica actual, ofreciendo una panorámica general...
El Vaticano, centro del catolicismo, acoge en su interior grandes obras de arte, como la Piedad de Miguel Ángel y la célebre Capilla Sixtina. En la grandiosa plaza de San Pedro se dan cita los domingos miles de fieles para ver al papa Francisco.
El conjunto monumental más visitado de Italia. Representaba el centro político, religioso y económico del antiguo imperio, pero era también un lugar de esparcimiento y diversión para el pueblo. El Coliseo es una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno.
Elevada a los altares por la película La dolce vita (1960) en la que Anita Ekberg se baña en su estanque proponiendo a Marcello Mastroianni que haga lo mismo, se trata de una monumental fuente barroca de más de 20 m de anchura y 26 m de altura. Si se lanza una moneda se asegura el regreso a Roma.
Construido en el año 126 d.C. es el edificio mejor conservado del antiguo imperio romano. En su impresionante interior, con una cúpula mayor que la de la Basílica de San Pedro, alberga la tumba de varios reyes italianos y del pintor renacentista Rafael entre otros personajes conocidos.
En el lugar donde estaba primero el estadio de Domiciano y luego el mercado de la ciudad, es una de las zonas más animadas de Roma gracias a sus numerosos restaurantes, terrazas, artistas callejeros, etc. De sus tres fuentes destaca la Fontana dei Quattro Fiumi (1651) de Bernini, con alegorías de los cuatro ríos principales conocidos en la época.
Las dos más importantes, San Sebastián y San Calixto, se sitúan en torno a la Via Appia Antica. Construidas por los primeros cristianos para poder enterrar a sus muertos (en la época la costumbre era incinerarlos) son un verdadero laberinto de túneles excavados bajo tierra. Una visita imprescindible y sobrecogedora.
Es una de las cuatro basílicas de la ciudad. Construida y reformada a lo largo de varios siglos, se trata de una equilibrada mezcla de varios estilos arquitectónicos, desde el paleocristiano al barroco. Es tal la profusión de obras de arte que se necesita un tiempo para contemplarla. Bernini descansa junto al altar.
Uno de los museos más bonitos del mundo en el que contemplar la obra de pintores como Caravaggio, Rafael, Botticelli o Rubens, pero sobre todo para disfrutar de las numerosas esculturas del omnipresente Bernini y de Canova en un elegantísimo marco. Imprescindible reservar la entrada con antelación.
No hay mejor sitio para descansar del ajetreo romano que en este emblemático lugar, escenario de un montón de películas y desfiles de moda, y lugar de encuentro de locales y turistas.
En alguno de los locales más famosos como Giolitti, Old Bridge o Fior de Luna, o mientras das un paseo por las calles del centro. Encontrar una heladería nunca será un problema en Roma.
Te sentirás como Audrey Hepburn y Gregory Peck en Vacaciones en Roma, la famosa película de William Wyler. Podrás llegar a todos los sitios, pero eso sí, hay que tener mucho cuidado con el caótico tráfico de la ciudad.
El barrio más auténtico de Roma, en la orilla oeste del Tíber. Un paseo al atardecer por sus tranquilas calles es una buena forma de sumergirse en el estilo de vida romano de épocas pasadas. Como colofón, una cena en alguno de sus tradicionales restaurantes.
Para ello hay que dirigirse a lo alto del monte Capitolio, una de las siete colinas en las que se fundó la ciudad. Allí, en la plaza del Campidoglio diseñada por Miguel Ángel, se encuentran los Museos Capitolinos, una visita imprescindible para los amantes del arte.
Es una antigua máscara de mármol adosada a una pared a la entrada de la iglesia de Santa María in Cosmedin. Rodeada de leyendas, la más conocida es la de que perderás la mano al introducirla en la boca si eres una persona mentirosa.
Pero además de los platos más conocidos, la variedad de productos y elaboraciones específicas es enorme. Si se tiene oportunidad hay que probar los paninis y la bruschetta, sus reconocidos quesos, sobre todo el pecorino, los apetitosos embutidos como la mortadela, el prosciutto o la bresaola, o el plato más típico de Roma, la saltimbocca, elaborado con ternera, jamón y salvia.
En cuanto a los vinos, la región romana produce especialmente blancos como el Frascati, pero también hay tintos de calidad como los de Castelli Romani. Además, es casi obligatorio probar el limoncello, un licor obtenido por la maceración de limones en alcohol.
Típicamente romana es la ancestral fiesta conocida como Ferragosto, que se celebra el 15 de agosto. Todo el comercio cierra y el barrio del Trastevere se convierte en un escenario plagado de actividades lúdicas.
También se celebra cada vez más el Carnaval, el día de San Juan, al comienzo del verano, y muchas otras manifestaciones culturales en cuanto empieza el buen tiempo.
Para salir por la noche, tanto la oferta como las costumbres son muy similares a las de España. Hay numerosos locales abiertos hasta tarde, sobre todo en el Trastevere, pero si lo que se buscan son discotecas, pubs o música en directo, las mejores zonas son las de Testaccio y Ostiense.