República Checa sorprende con una geografía privilegiada en la que casi cada kilómetro cuadrado pareciera reunir todos los accidentes posibles al mismo tiempo. Al norte destacan formaciones caprichosas de areniscas, al oeste manantiales prodigiosos, al este cuevas imposibles y al sur viñedos coquetos y bosques primigenios rodeados de lagos. Todo accesible gracias a una soberbia red cuyo sistema de señalización es famoso incluso de fronteras hacia afuera. Más allá de la bellísima Praga, las esencias checas se palpan mejor en provincia, donde su gente cercana y de mentalidad abierta muestra su cara más amable. Los escenarios más exóticos son las ciudades balneario de la región de Karlovy Vary (en la foto, el pueblo de Loket), las fábricas de cerveza de Pilsen, las construcciones funcionalistas de Brno, las barrocas de Olomouc o las minas y siderurgias reconvertidas de Ostrava, además de montones de castillos medievales inexpugnables repartidos por todo el territorio.
DNI/ Pasaporte
La Tarjeta Sanitaria Europea facilita la asistencia en centros públicos.
Las temperaturas medias en julio son de 20 ºC, en enero de 0 ºC y la media anual de 8 ºC. Llueve abundantemente entre mayo y agosto, con chaparrones que dan paso al sol, mientras que los inviernos son más secos y nublados.
En verano chubasquero y paraguas. En primavera y otoño llevar ropa de abrigo. En invierno añadir guantes, gorro y botas.
La corona checa (CZK o kč) en los últimos años ha tenido un cambio de 1 € por 25 kč. Hay casas de cambio en cada localidad mediana o turística.
El pago con tarjeta está generalizado y hay cajeros por doquier donde sacar coronas.
Hay vuelos directos a Praga desde Barcelona, Bilbao, Madrid, Málaga, Palma y Tenerife con Air Europa, Czech Airlines, Iberia, Ryan Air, Vueling… El resto de aeropuertos internacionales de Chequia (Brno, Karlovy Vary y Pardubice) tiene escasas conexiones exclusivamente con Alemania o Reino Unido. También se podría volar hasta alguna ciudad próxima a la frontera como son Bratislava, Viena, Núremberg o Katowice, a su vez bien conectadas a través de tren o autobús con Brno, Praga, Pilsen y Ostrava respectivamente.
El aeropuerto Václav Havel está a unos 15 km de Praga. El único transporte directo al centro es el bus Airport Express que sale de la terminal 1 (salida F) con dirección a la estación central de trenes. Es reconocible por sus letras AE o bien por el destino que indica: Hlavní Nádraží.
En Chequia las distancias casi siempre son pequeñas y, para mayor suerte, se pueden cubrir con comodidad gracias a una excelente oferta de transportes públicos. Hay también una red de carreteras nacionales rápidas, modernas y seguras; en las secundarias las condiciones cambian drásticamente.
České Dráhy, la compañía nacional de trenes, da una amplia y eficaz cobertura entre casi todas las ciudades del país. Su página web es muy útil para planear un viaje. Sin embargo, la vía férrea está liberalizada y en ella operan compañías privadas más competitivas como RegioJet y Leo Express; sus trayectos no se anuncian en la web de České Dráhy (sí en los paneles de las estaciones) y los billetes se compran online. Ambas compañías cuentan con una flota de autobuses que cubre trayectos en los que estos son más rápidos que el tren.
El sistema de categorización de alojamientos es un tanto anárquico y a menudo es más conveniente guiarse por los precios que por las estrellas (si las tienen). Los hoteles de categoría media y alta ofrecen precios y servicios similares a los españoles, mientras que los de categoría inferior o rurales sí son mucho más económicos, sin comprometer calidades. Praga y Brno cubren cualquier expectativa, desde el lujo a los hostales más baratos, pero en localidades menores la oferta es limitada.
En la capital, la ciudad Vieja está algo colapsada y no siempre es fácil encontrar habitaciones libres o baratas. Los que busquen tranquilidad y encantos, tienen su sitio en Malá Strana, poblada de hotelitos en casas históricas, si bien sus precios son bastante elevados. A los que no les importe tener que caminar hasta el centro, la ciudad Nueva es la que más oferta tiene con mejor relación calidad-precio.
La dinámica República Checa vive turísticamente eclipsada por Praga, circunstancia que suma, si cabe, para convertirla en un destino aún más atractivo. Esta GUIARAMA de REPÚBLICA CHECA, pensada para un corto viaje, ofrece una selección de los mejores destinos de toda su geografía, tanto urbanos como naturales, en sus dos regiones históricas, Bohemia y Moravia...
En el mejor edificio de Praga, tan solo su ábside es la envidia de muchas catedrales del mundo.
La culminación de siglos de tradición cervecera de Pilsen se materializa en esta especie de pueblo independiente de la ciudad.
Las montañas de arenisca del Elba presentan un rosario de formaciones rocosas caprichosas entre bosques frondosos que conforman un paisaje de cuento.
Hito de la arquitectura funcionalista, abruma por sus dimensiones, calidades y cifras en cada objeto y rincón, donde ningún detalle escapa al concepto más puro de diseño.
Obra maestra multidisciplinar tanto en su concepción, ejecución, restauración y conservación; en su arquitectura, carpintería, botánica…
Esta mina y fundición eran, hasta hace un par de décadas, un punto negro de la ciudad de Ostrava. Hoy son el referente urbanístico y cultural de la ciudad.
La más prestigiosa es la de Moser, en las afueras de Karlovy Vary, aunque hay otras interesantes como la de Rückl, próxima a Praga.
Los del río Moldava a la altura de Český Krumlov y los del río Ohře a su paso por Loket son tramos especialmente recomendables.
Mientras se camina por alguna de las columnatas de la región de las ciudades balneario de Bohemia occidental.
Hay centenares de ellas, unas vírgenes y otras explotadas desde la Prehistoria hasta la era comunista; las mejores son las del karst de Moravia.
Mikulov, Velké Bílovice, Znojmo… Son localidades con encanto y decenas de pequeñas bodegas y viñedos que visitar.
Encaramados sobre colinas escarpadas, los hay especialmente bien conservados alrededor de Praga (Karlštejn, Křivoklát, Konopiszte), pero también en Český Krumlov o Mikulov.
Carne de cerdo y ternera, col, salsas de verduras y knedlik son los elementos más habituales de la gastronomía tradicional, que destaca en guisos o asados carnívoros, calóricos y contundentes, y de sabores intensos (como el imprescindible svíčková) que se suelen acompañar de medio litro de cerveza rubia. En cualquier caso, la nueva cocina se va abriendo paso a través de restaurantes modernos que ofrecen platos más ligeros.
La cerveza es religión. La más popular es la tipo Pilsen, rubia, amarga y con cuerpo. La fábrica más prestigiosa es la de Plzeňský Prazdroj, de la que sale la Pilsner Urquell y otras más asequibles como Gambrinus, Kozel o Radegast. Otros grandes fabricantes son Staropramen o Budějovický Budvar.
Los vinos blancos de Moravia no tienen tanta fama, pero son también recomendables, además de una excusa para conocer la región a través de sus viñedos y bodegas.
Con una natalidad alta, Chequia está repleta de parques de atracciones (lanový park), zoos y teatros de marionetas. Casi cada montaña tiene un remonte para subir con esquíes o en bicicleta, y un sinfín de senderos extraordinariamente bien señalizados.
Por la noche todo gira en torno a las cervecerías (pivnice), lugar de reunión por excelencia en Chequia. Suelen ser locales austeros, con mesas corridas de madera, decoración rústica, atmósfera cargada y mucho ruido. Normalmente ofrecen un puñado de platos para acompañar a la cerveza.
Se calcula un consumo de “oro líquido” per cápita de más de 300 litros al año, lo que no está reñido con la búsqueda de calidad: el cliente es exigente y gusta de hacer una pequeña crítica a su bebida como parte del ritual. Los festivales de la cerveza y el vino, generalmente a finales de verano, son una ocasión única para conocer el folclore checo.