Irlanda es una isla increíblemente bella que conjuga el verde de sus praderas con los tonos grisáceos de sus piedras, creando así maravillosas construcciones naturales que sirvieron para levantar sus deslumbrantes castillos, catedrales e iglesias. Recorrer su geografía permite descubrir su encanto. La mentalid ad y las particularidades irlandesas se comprenden conociendo su historia, y es que no hay olvidar la división política y administrativa de la isla, que engloba a dos países: la República de Irlanda (Eire), país soberano, e Irlanda del Norte, bajo la soberanía del Reino Unido. Cuatro provincias conforman Irlanda, en el norte, el Ulster –con nueve condados, seis de los cuales pertenecen a Irlanda del Norte– con capital en Belfast; Connacht al oeste, con capital en Galway; Munster al sur, con capital en Cork y Leinster al este, con capital en Dublín que es su principal destino urbano. En el condado de Kerry, a unos 3 kilómetros de Cahersiveen, están las ruinas de un bonito castillo, el Castillo Ballycarbery (en la imagen).
Según tus intereses, traza un itinerario señalando el tiempo de estancia en cada lugar y haz las reservas oportunas de alojamiento y transporte. En nuestras guías, la categorización por estrellas de todos los lugares según su interés turístico puede servir de ayuda.
Es conveniente viajar con un seguro que garantice cobertura médica u otros contratiempos del viaje. La Tarjeta Sanitaria Española es válida en Irlanda.
Para viajeros españoles: DNI o pasaporte en vigor. Si se va en coche, además es obligatorio el seguro del vehículo y carné de conducir.
El tiempo en Irlanda es suave, sin grandes oscilaciones térmicas, pero el ambiente es húmedo y hay lluvias a lo largo de todo el año, de ahí que el color del paisaje contenga todos los tonos del verde. La mejor época para viajar a Irlanda es el verano.
Chubasquero y paraguas son imprescindibles en Irlanda.
Irlanda es zona Euro. La mayoría de establecimientos admiten el pago con tarjeta. La principal red de cajeros es ATM, muchos se localizan en supermercados y oficinas de correos.
La forma más rápida, cómoda y barata de llegar a Irlanda es en avión, normalmente al aeropuerto de Dublín, auque la isla también cuenta con aeropuertos en Belfast, Cork y Shannon. Gran cantidad de aeropuertos españoles ofrecen conexiones con varias compañías (Aer Lingus, Iberia o Ryanair), y esta oferta se incrementa en la temporada estival. Muchos vuelos hacen escala en Gran Bretaña.
También es posible llegar en ferry desde Francia o Gran Bretaña, si se viaja en coche propio y se dispone de tiempo. El trayecto también pueden hacerse en autobús (vía Londres), pero hay que armarse de paciencia ante la perspectiva de más de dos días de autocar.
Si se quiere recorrer toda la isla, el coche es la mejor opción. Conviene saber que en Irlanda se conduce por la izquierda. No es difícil acostumbrarse, aunque hay que recordar mirar a la derecha en las rotondas, cruces y cambios de sentidos.
Si se depende del transporte público (tren o autobús) para visitar la isla, conviene planear el itinerario detenidamente: es muy eficaz para desplazamientos entre grandes núcleos, pero poco práctico para llegar a zonas rurales, monumentos fuera de las ciudades o visitar más de un sitio en el mismo día.
La tercera opción son las excursiones organizadas. Hay multitud de empresas que organizan diversos recorridos con escalas en los principales núcleos de interés, y con guías en español.
La oferta de alojamiento en Irlanda es muy amplia, y podrá satisfacer a todos los gustos y bolsillos, aunque hay que tener en cuenta que, en general, es más caro que en otros países de Europa.
Esta Guía Total de Irlanda constituye un magnífico instrumento para visitar, en su totalidad, la tercera isla más grande de Europa, conocida también como la Isla Verde por la tonalidad de sus feraces campos, acantilados y montañas. Parte importante de la guía se dedica a la descripción minuciosa de las principales ciudades de la República de Irlanda, como Dublín, Galway o Cork, además de trazar siete itinerarios en coche en busca de diversos atractivos como los acantilados de Moher o las huellas ancestrales de la cultura celta...
La capital irlandesa conserva un gran patrimonio artístico y cultural representado por sus museos, catedrales, universidades y su castillo. La diversión está en Temple Bar, donde se concentran pubs y bares.
Es uno de los asentamientos prehistóricos más importantes de Europa y consta de tres yacimientos: Newgrange, Knowth y Dowth.
La universidad más antigua del país ha acogido a numerosas personalidades, como Samuel Beckett, Bram Stoker u Oscar Wilde. La Old Library conserva valiosos manuscritos como el Libro de Kells.
La popular fábrica de cerveza fue creada por Arthur Guinness en 1759.
En el condado de Kerry es el punto más occidental de la isla. Destaca su paisaje que combina su maravillosa y recortada costa.
En Irlanda del Norte, es una maravilla natural que se compone de 40.000 columnas de basalto. Está declarado Patrimonio de la Humanidad.
La popular cerveza negra irlandesa ha dado la vuelta al mundo desde que se comenzara a elaborar en 1759. Una visita a Dublín no está completa si no se acude a la Guinness Storehouse.
Visita Aran Islands, reductos de naturaleza salvaje.
Escucha música tradicional en un pub, que se suele tocar con curiosos instrumentos típicos. El ambiente es siempre muy divertido.
Pasea por Grafton Street, una de las calles más importantes de la capital. Situada en el centro de la ciudad y llena de artistas callejeros, es una de las vías más animadas y comerciales.
Conocer las cruces y los símbolos celtas: el trébol y el arpa. Se remonta al nacimiento de la nación y a la leyenda de San Patricio.
Disfruta de las playas y de impresionantes acantilados. En el oeste, en el condado Clare, los acantilados de Moher; y en el norte, el Giant’s Causeway.
La gastronomía irlandesa, que presenta similitudes con la británica, está marcada por la agricultura y la ganadería. Se consumen muchos cereales, carnes –sobre todo ternera–, lácteos y en las zonas costeras, pescado. En la segunda mitad del siglo XVI, la introducción de la patata influyó notablemente en la dieta.
Uno de los platos más emblemáticos es el Dublín Coddle, salchichas de cerdo cortadas en lonchas y recubiertas de bacon, mezclado con patatas cortadas en rodajas y cebollas. Se le puede añadir cereales, como cebada, y un poco de cerveza Guinness.
Los irlandeses son grandes aficionados a los festivales, la música, el teatro, y tanto en las grandes ciudades como en los pueblos es posible asistir a todo tipo de actos lúdicos y culturales, desde conciertos hasta exposiciones. Casi cada zona tiene su festival, en el que se suceden los eventos culturales, en un ambiente muy animado y divertido, aunque por razones obvias la mejor oferta está en Dublín.
Ir al pub a la salida del trabajo es casi un rito: la juventud se reúne en ellos a primera hora para después, sobre las 21 o 22 h, acudir a algún nigthclub o concierto. En verano, sobre todo en Dublín y Galway, se organizan fiestas al aire libre.