Esta pequeña desconocida no lo es tanto para los fotógrafos, que saben que este es uno de los países del mundo con más rincones idílicos por kilómetro cuadrado dignos de una postal. Y es que Eslovaquia presume de la mayor densidad de parques nacionales de Europa: nueve en total, que abarcan una asombrosa superficie equivalente al 23 por ciento del territorio. Es, además, un auténtico reino de bosques, que cubren el 36 por ciento de la superficie. Y por si fuera poco, dos terceras partes del país son montañosas.
Las grandes llanuras del curso medio del Danubio, la llanura Panónica, ponen la nota de calma a este festival geográfico y dejan espacio para que se levante su coqueta capital, Bratislava, con un concurrido puerto fluvial que supone la mejor parada entre la popular ruta Viena-Budapest.
Los españoles, como el resto de ciudadanos de la Unión Europea, pueden entrar en la República Eslovaca provistos bien de pasaporte o bien de documento nacional de identidad en vigor.
El sistema sanitario en Eslovaquia es aceptable (aunque no equiparable al español) y en general la atención médica es correcta. La Tarjeta Sanitaria Europea facilita la asistencia en centros públicos. En los meses de verano y en las zonas rurales y boscosas está presente la encefalitis transmisible a través de la picadura de garrapata, consulte antes de viajar la web www.msssi.gob.es.
Desde 2009 está en vigor el euro (€).
El mismo que la España peninsular.
Eslovaquia se caracteriza por un clima continental, solo mitigado por los lejanos influjos mediterráneos que de vez en cuando llegan hasta las zonas meridional y occidental. Los inviernos son fríos y pueden llegar a ser rigurosos, especialmente en el noreste. En las zonas de montaña, es decir, en gran parte del país, se verifican abundantes nevadas entre diciembre y marzo. Los veranos suelen ser cálidos y secos, clima ideal para quienes buscan el contacto con la naturaleza.
Por lo general, los destinos de turismo cultural y lúdico permanecen abiertos todo el año, aunque fuera de la capital es posible que en agosto se encuentren establecimientos cerrados.
No hay apenas oferta de vuelos directos a España desde los aeropuertos internacionales de Bratislava y Kosice; por ahora solo Ryanair une Madrid y Bratislava, aunque en verano la checa CSA o Iberia ofrecen conexiones adicionales. Así, es buena opción hacer escala en Praga o volar al aeropuerto internacional de Viena-Schwechat, que dista de Bratislava tan solo unos 50 km.
El aeropuerto de Bratislava es el "letisko M. R. Stefánik", a unos 10 km de la ciudad. Un servicio regular de autobuses con salida frecuente une el aeropuerto con la estación de ferrocarriles. El trayecto en taxi desde el aeropuerto hasta el centro dura unos 15 minutos.
El aeropuerto de Kosice se ubica a 6 km del centro de la ciudad, a 15 minutos en taxi. Está conectado con la estación central por la línea de autobús 13, con salidas cada hora.
La red de carreteras es densa y alcanza todos los rincones del país, por lo que alquilar un coche en este destino tan valorado por sus espacios naturales recónditos es altamente recomendable.
Desde la capital hay buenos trenes y bastante rápidos que se dirigen hacia Košice (a 445 km; el Inter City emplea 5 horas), a lo largo de la línea que une las localidades de Trencin, Zilina, Poprad y Presov. Menos cómoda es la línea que recorre el sur de Eslovaquia desde Bratislava, dotada principalmente con trenes de cercanías. También los hay a Viena, Budapest, Brno y Praga.
Entre abril y septiembre, el barco es una excelente opción para recorrer el Danubio y llegar así incluso a Viena o Budapest. De hecho, Bratislava es el principal puerto de la popular ruta de cruceros que unen ambas ciudades, en la que incluso operan catamaranes de alta velocidad.
Eslovaquia ofrece muchos espacios habilitados para autocaravanas, especialmente en las inmediaciones de los balnearios. Los campings casi siempre están bien equipados, son baratos y disponen de bungalós. Está permitida la acampada libre, pero el peligro de encontrarse con animales salvajes, especialmente osos y lobos, es completamente real.
En las zonas remotas, sobre todo en áreas de montaña y estaciones de esquí, se encuentran unos hoteles llamados horský, es decir, albergues de montaña. En general resultan muy cómodos gracias a su proximidad con los senderos de montaña y recorridos de excursionismo.
Los chata son la variante eslovaca de las casas rurales de huéspedes. Habitualmente se trata de establecimientos cómodos y bien cuidados. Casi nunca falta una sala común situada en torno a una chimenea ante la que recobrarse del frío y descansar tras una larga jornada de senderismo o de esquí.
Es el edificio que domina el horizonte de la capital desde una colina que se eleva 74 m sobre el Danubio y cuyo museo de historia (el Museo Nacional Eslovaco), permite recorrer los acontecimientos de la ciudad y de la nación entera.
El otro gran núcleo urbano de Eslovaquia, Košice, presume de tener la mayor iglesia del país, ejemplo más oriental de la gran arquitectura gótica. Destaca en el interior el retablo de Santa Isabel, en el altar mayor, realizado en el siglo XV. En el centro cuenta con tres estatuas de madera policromada que representan a Santa Isabel, la Virgen María con el niño y Santa Isabel de Hungría.
Las ruinas de esta inmensa fortaleza dominan una vasta región y para muchos conforman el paisaje más espectacular del país y han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Para disfrutar de las inmejorables vistas se aconseja visitar el conjunto fortificado en un día soleado y con calzado apropiado.
Es uno de los principales destinos del turismo cultural de Eslovaquia. Las murallas del siglo XIV atestiguan su papel clave en las rutas comerciales medievales que, sin embargo, terminaron por evitarlo para dejarlo parado en el tiempo. Hoy es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Este parque nacional brinda los mejores parajes naturales del valle del Váh, en un área bien preparada para acoger a excursionistas y escenario en verano de un célebre festival folclórico.
Una coqueta localidad eclesiástica que muestra encantos en la plaza de Pavol, en la antiquísima iglesia de Santiago y en su majestuoso retablo.
Los casi 150 km de este río mítico que discurren en territorio eslovaco conforman un área de riquísima avifauna y una notable variedad de especies piscícolas. La conservación de tan rica biodiversidad ha sido posible gracias a la declaración de área protegida y a la escasez de carreteras que la atraviesan.
Esta ciudad encantadora tiene, además, un museo de la minería que recorre unas viejas galerías entre altares a Santa Bárbara y maquinaria histórica.
Tokaj es una región vitivinícola a caballo entre Hungría y el sureste de Eslovaquia. Desde Košice, siguiendo la Tokajská vínna cesta, es decir la carretera de Tokaj, hay bodegas históricas que organizan degustaciones y visitas guiadas.
La única cadena alpina del país se eleva abruptamente y aislada en la llanura, alcanzando el techo eslovaco en el pico Gerlach (2.655 m). Su ascensión es la más popular de la cadena y conviene hacerla con un guía de la zona.
Bajo esta denominación genérica forman parte del Patrimonio de la Humanidad ocho de las cerca de 50 iglesias que se conservan. La abundante madera de los montes Cárpatos permitió el desarrollo de un estilo arquitectónico típico y único en el mundo, con alguna influencia romana y bizantina. Las católicas son las más antiguas, muchas de ellas de los siglos XV y XVI.
Tal como se lleva haciendo desde hace siglos para transportar madera, solo que ahora en kayak o, más cómodo y pintoresco, en una balsa histórica. El descenso es muy tranquilo para disfrutar del que sería una especie de safari fotográfico paisajístico. Dos barqueros conducen la embarcación río abajo con un largo palo a modo de pértiga.
Reminiscencia de la cultura germánica en Eslovaquia es el mercadillo navideño. Los aficionados a los deportes de invierno de los países limítrofes acuden a Eslovaquia atraídos por las pistas de esquí alpino.