Las tierras escocesas son un paraíso natural, un maravilloso entorno en el que disfrutar de un viaje en plena naturaleza repleto de símbolos, tradiciones y celebraciones que remarcan la fuerte personalidad de esta nación que, aunque perdió su independencia a manos de Reino Unido en 1707, no olvida de dónde viene. A pesar de esta unión, Escocia no es homogénea desde el punto de vista geográfico y se distinguen tres grandes zonas: las Tierras Altas (Highlands) en el norte, con una escasa densidad de población; el cinturón central (Central Belt o Central Lowlands) donde se sitúan las ciudades más importantes: Edimburgo, la capital, y Glasgow, y las Tierras Bajas (Lowlands), en el sur. Sea el que sea el destino, clanes, tartanes, kilts, whisky, gaitas o ceilidhs siguen presentes en sus fiestas y en su cultura y el camino se encontrará salpicado de fortalezas, castillos y abadías con siglos de antigüedad.
Desde España la forma más económica, directa y rápida de llegar a Escocia es el avión.
Se puede contratar un seguro que incluya gastos médicos, pérdida de equipaje, cancelación del viaje, accidentes o responsabilidad personal, pero es más que recomendable llevar la Tarjeta Sanitaria Europea a la hora de recibir asistencia médica. Esta es expedida por Instituto Nacional de la Seguridad Social. Si se ha salido de España ya o no se tiene tiempo para tramitarla, se puede solicitar un Certificado Provisional Sustitutorio.
Basta con el carné de identidad o el pasaporte en vigor, si bien se recomienda llevar consigo ambos documentos. Si se quiere alquilar un coche se necesitará también el permiso de conducir. No existen vacunas obligatorias ni recomendadas.
Las mejores estaciones para visitarla son el verano y la primavera. Los meses de junio, julio y agosto suelen ser los más benignos, a lo que hay que sumar más horas de luz. También son buenas opciones para viajar hasta Escocia, mayo y septiembre. El resto de año hay que tener en cuenta que las horas de luz se reducen, las condiciones climatológicas empeoran: hace más frío, llueve, algunas carreteras quedan intransitables... y esto provoca que algunos lugares turísticos cierren en invierno o reduzcan su horario de visita. Es aconsejable ir provisto siempre de un impermeable, de calzado cómodo y seguro y de ropa de abrigo porque nunca se sabe cuándo lloverá y las temperaturas, incluso en pleno verano, son bastante más bajas que en España.
Con respecto a España, Escocia lleva una hora de retraso. En las grandes ciudades y en centros turísticos, especialmente en temporada alta, de abril hasta octubre, las tiendas suelen abrir todos los días de la semana, mientras que en las pequeñas poblaciones es habitual que cierren los domingos e incluso los sábados por la tarde. En cuanto a los museos y monumentos, en localizaciones pequeñas o alejadas de las grandes ciudades, en temporada alta suelen abrir todos los días o cerrar uno en semana, mientras que en temporada baja, algunos cierran o reducen su horario, concentrándolo en el fin de semana.
La moneda oficial es la libra esterlina. Las tarjetas de crédito se admiten en los principales centros poblacionales y en los lugares más turísticos, sin embargo en las poblaciones más pequeñas y remotas, en algunas ocasiones, la única forma de pago es en efectivo.
El idioma oficial es el inglés, pero el gaélico escocés -se habla en algunas partes de las Tierras Altas (Highlands) y en las islas Hébridas- y el escocés -en el sur de las Tierras Bajas (Lowlands)- son lengua cooficiales.
La manera más rápida y directa de llegar a Escocia es el avión. Pensar en viajar hasta allí en tren o en ferry, es posible, pero resulta mucho más complicado y enrevesado, pues el trayecto nunca será directo. Desde España, EasyJet y Ryanair vuelan sin escalas a los aeropuertos de Edimburgo, Glasgow, Glasgow Prestwick y Aberdeen. Estos aeropuertos están conectados con el centro de las ciudades a través de servicios de tren y de autobuses.
Si se va a realizar desplazamientos a lugares alejados o rurales y si se quiere tener un mayor control del tiempo y minimizar las esperas, lo mejor es optar por alquilar un coche. Es sobre todo aconsejable si el viaje va más allá de la visita a alguno de los principales centros poblacionales. Si se tiene como base de acción alguna ciudad importante como Edimburgo o Glasgow puede ser interesante plantearse hacer escapadas de un día contratando algún tour en autobús o decantarse por viajar en tren, con muchos más servicios en la parte central del país y menos según se aproxima a las Highlands, o en autobús. Para visitar las islas se puede utilizar los ferries, con la posibilidad de trasladar el coche.
En las principales ciudades no existirá ningún problema en encontrar hoteles acomodados a distintos presupuestos. El alojamiento en estas es más económico que en las principales urbes de Inglaterra. Además se puede optar por hostels, B&Bs y apartamentos turísticos. En poblaciones rurales y localizaciones más alejadas de los grandes núcleos de población, la oferta se reduce, pero siempre es posible hallar algún pequeño hotel, un hostel o un B&B -a veces no son viviendas al uso, sino castillos, mansiones o granjas-, además algunos pubs ofrecen también alojamiento. Para evitar sorpresas desagradables, sobre todo en temporada alta, lo recomendable es reservar.
El destino más visitado de la capital de Escocia es también el castillo más importante de la nación. En la Edad Media se convirtió en residencia de los reyes escoceses; acogió la primera sede del Parlamento de Escocia y sufrió el asedio de los ingleses. En su interior cuenta con varios museos, exposiciones y objetos con tanta historia como la piedra del destino, las joyas de la corona o los cañones Mons Meg o One O'clock Gun.
A poco más de 50 km al sur de Edimburgo, se encuentra este complejo con un gran valor histórico y social, lo que le valió ser reconocido Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A principios del siglo XIX, el filántropo Robert Owen consiguió que una comunidad industrial se convirtiera en un modelo de socialismo utópico a través de sus programas sociales -educación y sanidad gratuita, eliminación de los castigos corporales, prohibición del trabajo de menores o viviendas dignas.
Es la ciudad con más alicientes artísticos y culturales y el mejor ambiente nocturno de Escocia. Acoge interesantes museos como la galería de Arte Moderno, el museo Kelvingrove, el museo Riverside o la colección Burrell -cerrada por reformas hasta 2020-, todos ellos de entrada gratuita. En el plano arquitectónico sobresale la herencia dejada por el arquitecto y diseñador escocés, Charles Rennie Mackintosh.
Levantado sobre roca volcánica y rodeado de acantilados, es una impresionante fortaleza en la que fue coronada María Estuardo en el siglo XVI. En el límite con el norte de Escocia, es la principal atracción de la histórica ciudad de Stirling donde también se encuentra un monumento dedicado a uno de los héroes escoceses William Wallace.
Es uno de los grandes reclamos de Escocia en el mundo y la criatura, que se dice, que vive en su interior ha levantado grandes pasiones a lo largo de los siglos. El lago Ness es el segundo más extenso de la nación y junto a él se sitúa un centro de interpretación en el que se muestran los datos que se tienen acerca del misterioso ser conocido cariñosamente con el nombre de Nessie.
Es la más extensa de las islas del archipiélago de la Hébridas interiores. Sus paisajes son espectaculares, además cuenta con una intensa historia -sus museos lo avalan, al igual que el castillo de Dunvegan, el más antiguo de Escocia- y ofrece la posibilidad de realizar numerosas actividades al aire libre.
No es difícil encontrar una destilería de whisky, incluso en las islas o en las Highlands, o un lugar en el que probar la bebida nacional. Solo hay que programarse y elegir destino. La pequeña localidad de Dufftown es la capital mundial del whisky de malta.
El ceilidh es el baile tradicional escocés más sencillo. Se enseña en los colegios y se baila en los grandes acontecimientos sociales como las bodas. En Edimburgo y Glasgow existen salas donde animarse a dar unos pasos. Mientras que el instrumento que más suena en pubs y en todo tipo de festejos es la gaita.
Dos son los parques nacionales escoceses: los Cairngorms, el parque nacional más grande del Reino Unido y el de Loch Lomond y los Trossachs. Ambos ofrecen la posibilidad de disfrutar de la fauna y flora autóctona y también de practicar actividades como el ciclismo, el senderismo o piragüismo.
Las abadías de los Borders son espectaculares y merecen una ruta, pero si hay un destino mediático en la zona es la capilla Rosslyn, a 12 km de Edimburgo. Su aparición en este libro y en su adaptación cinematográfica la han puesto en el mapa.
Es fácil localizar, casi sin proponérselo, un campo en Escocia. En sus límites existen más de 500 y si se es aficionado a este deporte, se puede jugar y si no, asistir a un torneo. La ciudad de St. Andrews es la cuna del golf a nivel mundial.
El calendario de actividades culturales de Edimburgo tiene pocos rivales en Europa. El mes clave es agosto cuando la ciudad experimenta el bullicio del Edinburgh International Festival inaugurado hace más de 60 años, con representaciones de teatro, música, ópera y danza del más alto nivel.
Entre las celebraciones más populares se encuentran: la noche de Burns, el 25 de enero, donde se festeja el nacimiento del poeta nacional; en primavera, en St. Andrews se dedica una semana al golf; en junio y julio tienen lugar diferentes competiciones en las Highlands (Highlands Games); en agosto sobresale el Festival Internacional de Edimburgo; en septiembre, Braemar acoge los juegos anuales de las Tierras Altas; en noviembre se festeja el patrón de Escocia, St. Andrew y en Nochevieja, la celebración en Escocia se conoce como Hogmanay.
El ocio nocturno se puede disfrutar en bares y pubs tanto en ciudades como en localidades más pequeñas. Es habitual que los pubs cuenten con actuaciones de música tradicional y ofrezcan la bebida y comida típica. Además en las grandes urbes se puede optar por acudir a discotecas o clubes. Glasgow destaca por su animada vida nocturna.