Si hay ciudades tocadas por el dedo del destino, Córdoba es una de ellas. Arrullada por las aguas del Guadalquivir y cobijada bajo las cumbres amables de Sierra Morena, Córdoba alza su perfil sobre los milenarios cimientos de una historia que la hizo capital de la Bética Imperial, ennoblecida por los césares, y más tarde capital del califato Omeya, la Perla de Occidente, estupor de los siglos y grande como no hubo otra en el mundo conocido. Viva sigue, también, la Córdoba cristiana a la que Fernando III, El Santo, llenó de iglesias con aspecto de fortalezas medievales. Córdoba cuenta con el casco histórico más grande de Europa declarado Patrimonio Mundial y conserva prácticamente intacta la estructura medieval a base de callejuelas inverosímiles, frescos patios floreados, plazas y plazoletas en las que juegan a un tiempo la sombra y el silencio. Y luego está su joya más preciada, la Mezquita, una de las obras más representativas del esplendor árabe a su paso por la Península, y uno de los edificios religiosos más bellos del mundo, también.
En avión: El aeropuerto cordobés no es comercial, aunque está en proyecto una ampliación de sus pistas para que lo sea. Los aeródromos de Sevilla y Málaga son los más frecuentados para quienes llegan por aire.
En tren: Desde Madrid, el trayecto en AVE dura 1 hora 48 minutos; desde Sevilla, 45 minutos, y desde Málaga, poco menos de una hora.
En autobús: Junto a la estación de tren se encuentra la de autobuses. Las empresas que aquí ofrecen sus servicios disponen de un largo abanico de destinos.
En coche: desde el norte peninsular, la principal vía de acceso es la A 4 (autovía de Andalucía), que sitúa a Madrid a unas cuatro horas de viaje, y a Sevilla, a una hora y media. La autovía A 45 comunica Córdoba con Málaga, mientras que la carretera N 432 facilita el acceso hacia Extremadura o Portugal.
Ya en Córdoba, lo mejor es olvidarse del coche mientras dure la estancia, tanto por comodidad (el acceso a la mayor parte del casco histórico está restringido a vehículos privados) como por responsabilidad (reducir las emisiones contaminantes es una de las prioridades del Ayuntamiento). Los autobuses urbanos y los taxis facilitan la comunicación entre los barrios y el centro histórico. Para los que prefieren un transporte turístico, las opciones son variadas: en globo, bicicleta, coches de caballos…
Existe un moderno Centro de Recepción de Visitantes en la Plaza del Triunfo que consta de dos edificios separados por una calle peatonal. El edificio sur cuenta con un mirador en su cubierta que permite admirar el entorno del río Guadalquivir con el puente Romano y la Torre de la Calahorra.
La capital cordobesa cuenta con un número nada desdeñable de hoteles, hostales y pensiones de distinta categoría. En general, no es necesario efectuar reserva con mucha antelación, salvo en épocas de especial relevancia como pueden ser Semana Santa y mayo, mes festivo por excelencia en Córdoba. Los grandes hoteles son modernos y confortables, pues en los últimos años se ha llevado a cabo una profunda renovación hostelera. Las pensiones se localizan en su mayoría en casas cordobesas, de amplios y luminosos patios.
Córdoba y su provincia, arrulladas por las aguas del Guadalquivir y cobijadas bajo las cumbres de Sierra Morena, ofrecen tesoros naturales y un patrimonio histórico-artístico de excepcional valor. En esta Guía Total Urban de Córdoba se encontrará la más completa y exhaustiva información para recorrer la ciudad y sus alrededores...
Visitar la Mezquita constituye una experiencia irrepetible. De un modo bastante aproximado, podría describirse como el encuentro con un mundo ya perdido en el que la sensualidad de la geometría abre una puerta preferente de acceso a lo sobrenatural. Es la segunda mezquita más grande del mundo tras la Ka'aba de la Meca y Patrimonio Mundial de la Unesco.
De espaldas al Guadalquivir, en el Campo Santo de los Mártires, se halla el Alcázar, en cuyas dependencias tuvo lugar el primer encuentro de los Reyes Católicos con Cristóbal Colón, en 1486. Conserva salas con mosaicos romanos y mobiliario antiguo, así como hermosos jardines con albercas múdejares y fuentes.
Medina Azahara, que significa "ciudad brillantísima", es el soberbio yacimiento arqueológico de la ciudad palaciega que mandó levantar el caudillo Abderramán III en el año 936. La imaginación no puede evitar evocar el palacio de Las mil y una noches. Recientemente (2018) ha sido declarada Patrimonio Mundial de la Unesco.
Tras sucesivas reconstrucciones, el puente romano de Córdoba, que salva las aguas del Guadalquivir desde la época de Julio César, luce sus mejores galas. Formado por 16 arcos, constituye una de las imágenes emblemáticas de la ciudad.
Guardando los accesos del Puente Romano se yergue la Torre de la Calahorra, construida sobre una antigua puerta de carácter romano. Hace algunos años se instaló en ella el Museo de las Tres Culturas, islámica, judía y cristiana. Entre el Puente Romano y el de San Rafael, aguas abajo, se extienden los Sotos de la Albolafia, conjunto de boscosas isletas que emergen del agua entre los viejos molinos árabes.
La puerta de Almodóvar, de origen árabe, da entrada al barrio de la Judería, auténtico dédalo de callejuelas estrechas y tortuosas, con rincones y placitas inolvidables, que rememoran el ambiente de aquella época en la que las culturas árabe, judía y cristiana convivieron en armonía.
No solo la Mezquita es Patrimonio de la Humanidad en Córdoba, también lo es su casco histórico, tan monumental y cuajado de belleza como aquella. Este entramado de calles conserva prácticamente intacta la huella que le imprimieron los musulmanes, y el mejor modo de descubrirlo es paseando. No hay que perderse la calleja de las Flores: descubre por qué.
En mayo, Córdoba es un ascua de luz. La primavera, en todo su esplendor, engalana fachadas y azoteas, balcones y ventanas, jardines y plazuelas. La ciudad se viste de fiesta durante todo el mes: la festividad de la Cruz, el Festival de los Patios (Patrimonio Inmaterial Mundial desde 2012) y la Feria.
El arte flamenco constituye en Córdoba, lo mismo que en el conjunto de Andalucía, la expresión artística que de un modo mejor representa su cultura popular, singular y única. Sentir el flamenco significa vivirlo en su ambiente, casi como un rito, en los tablaos más tradicionales.
Si el vino de Córdoba goza de justa fama, las tapas que pueden acompañarlo no le van a la zaga. Bares y tabernas se reparten por toda la ciudad y podéis comer o cenar de tapeo pasando de uno a otro escogiendo entre sus variadas ofertas.
La tradición del zoco público pertenece al pasado árabe, vivo en multitud de aspectos, a pesar de la actual presencia cristiana. En Córdoba se montan cada día un gran número de zocos al aire libre, "mercadillos en los que es posible encontrar casi cualquier cosa, especialmente ropa.
Vino, aceite y jamón. Con tres ingredientes se sostiene la cocina cordobesa, en cuyos platos es fácil detectar el poso que dejaron romanos, árabes, judíos y cristianos. La capital concentra los sabores de la provincia y atrae sus mejores productos, como los aceites con denominación de origen Baena y Priego de Córdoba, el jamón ibérico de Los Pedroches y los vinos de Montilla-Moriles. Con vino de Montilla se guisa el rabo de toro, símbolo de la cultura taurina cordobesa y plato estrella de su cocina; honor que comparte con el salmorejo, una crema fría de tomate, pan y aceite, que se sirve con trocitos de jamón ibérico y huevo duro. Los flamenquines también están presentes en las barras de bares y tabernas, y rinden homenaje por partida doble al cerdo, pues son filetes de lomo enrollados y rellenos de jamón que se empanan y fríen. Mientras los cristianos afinaban la crianza del cerdo, árabes y judíos hacían lo propio con el cordero, dejando para la posteridad recetas como la caldereta y el cordero a la miel. Lo mejor de la huerta cordobesa -tomates, pimientos, cebollas, calabacines, calabaza, berenjenas…- se congrega en la alboronía, fritada de verduras que es la antecesora del pisto.
El postre de la capital es el pastel o pastelón cordobés, un hojaldre relleno de cabello de ángel, espolvoreado con azúcar y canela que en la fórmula tradicional también lleva jamón, un singular contraste entre dulce y salado.
La Semana Santa cordobesa goza de un gran prestigio por la calidad de sus imágenes, por su seriedad y por el marco que constituye el recorrido de la mayoría de las procesiones. El mes de mayo es el gran mes festivo cordobés. Se abre con una concurridísima Batalla de flores, a la que sigue la festividad de la Cruz, que dura los tres primeros días y que llena las plazas de Córdoba de grandes cruces floridas. Entre el 10 y el 20 tiene lugar el Festival de los Patios Cordobeses. Finalmente, en la última semana se celebra la Feria. El 24 de octubre se festeja San Rafael, Custodio de Córdoba.