Cataluña reúne una sorprendente diversidad de paisajes en un espacio relativamente pequeño: desde las pistas de esquí de los Pirineos se ven las aguas azules del Mediterráneo e incluso se puede divisar, cuando hace bueno, las islas Baleares. Desde las playas de la Costa Brava hasta las cumbres nevadas del valle de Arán, los más de cinco millones de habitantes del área metropolitana de Barcelona tienen como único problema elegir dónde quieren oxigenarse el fin de semana. País de mar, lagos, montañas y volcanes, suma todo lo deseable para unas buenas vacaciones, por lo que es hoy uno de los primeros destinos turísticos españoles. Tiene todo para seducir a un gran número de personas: una historia de las más antiguas de Europa, una capital, Barcelona, entre las más bonitas del mundo, un interior desbordante de encanto y un impresionante abanico de tesoros artísticos, que abarca desde las deliciosas iglesias románicas de los valles pirenaicos hasta los grandes nombres del arte moderno y de la arquitectura: Dalí, Picasso, Miró, Gaudí y Tàpies, por citar solo algunos.
La primavera y el otoño son los mejores momentos para viajar a Cataluña. Hace un tiempo agradable y hay menos turistas que en verano. No obstante, julio y agosto son las mejores épocas para ir a la playa y para visitar las zonas de montaña, pues muchos lugares están cerrados hasta el verano. En resumen, la mejor época para visitar Cataluña es la primavera o el otoño, un poco mejor esta última temporada, generalmente menos lluviosa que la primera. Hay temperaturas agradables, pero sin aglomeraciones de gente. En primavera, las cumbres de más de 1.500 m están nevadas y puede hacer frío. Llevad una chaqueta para la noche… ¡O dos! Y, en invierno, anorak y parka.
En Cataluña hay cinco aeropuertos: Barcelona-El Prat, Girona-Costa Brava, Reus, Sabadell y Huesca-Pirineos, aunque estos últimos no cuentan con vuelos de pasajeros actualmente. El aeropuerto más importante y al que llegan aviones procedentes de toda España es el de Barcelona-El Prat. La comunidad está bien conectada con el resto de España mediante una línea de alta velocidad que une las capitales de Madrid, Guadalajara, Zaragoza, Lleida, Tarragona, Barcelona y Girona y que continúa hasta París. Son numerosas las compañías de autobuses que conectan Cataluña con el resto de la Península y que viajan por el interior de la comunidad. La empresa que más servicios presta es Alsa.
En autobús o en tren (hay muy buenas infraestructuras) entre las ciudades, en metro, a pie o en bici en Barcelona. Para recorrer la comunidad, lo mejor es el coche. Las carreteras son buenas, aunque muy tortuosas en los Pirineos.
De cámpings, albergues juveniles, pensiones y hostels está muy bien surtida Cataluña. No menos que de hoteles de todo tipo y categoría, alojamientos rurales, paradores de turismo y apartamentos. El problema no es la cantidad, inmensa, ni la calidad, alta, sino la enorme demanda, que puede hacer que los precios se disparen. Para el verano, reservad con mucha antelación o a ultimísima hora.
La Comunidad de Cataluña ocupa la esquina nororiental de la Península Ibérica, enmarcada al norte por los Pirineos y por el mar Mediterráneo al sureste. Sus cuatro provincias, Girona, Barcelona, Tarragona y Lleida, reúnen tantos atractivos naturales, históricos, artísticos y culturales, además de una infraestructura turística de calidad, que se han convertido en destinos de enorme relevancia...
Barcelona es la suma de las muchas ciudades que ha sido en el curso de los siglos: la urbe romana, defendida por sus rotundos muros; la ciudad antigua, gótica y señorial; la refundación geométrica del Eixample y el esplendor modernista; o la Barcelona Olímpica, que realizó en una década las magníficas transformaciones que hubieran necesitado un siglo.
Cadaqués, mítico pueblo del Alt Empordà situado en la península de cabo de Creus tiene, con su especial luminosidad, una acusada personalidad. Hacia el noroeste de la población se encuentra la Casa Museu de Salvador Dalí, donde el pintor pasó largas temporadas. Pero para admirar en su máxima expresión la obra del genio hay que dirigirse al lugar donde nació, Figueres, y adentrarse en su singularísimo Teatre-Museu.
Es una de las ciudades más sorprendentes de la Península. El Passeig Arqueològic, que bordea la ciudad discurre por los restos de la muralla de origen romano. El Barrio Judío, el Call, estuvo habitado hasta el siglo XV. El laberinto de sus calles hará que el visitante pierda el rumbo; para orientarse solo hay que buscar con la mirada el perfil de la magnífica catedral.
Escondido en uno de los sectores más elevados y bellos del Pirineo catalán, el valle de Boí ha sabido conservar nueve iglesias construidas entre los siglos XI y XII que forman un excepcional conjunto de arquitectura románica cuyo esplendor emociona y sobrecoge al visitante tanto por la belleza de su arte como por el lugar donde está situado, un amplio sector del Parque Nacional d’Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.
Esta población marinera posee una historia rica en connotaciones literarias y artísticas, un patrimonio notable y una constante actividad cultural. Pero además ofrece un animado ambiente callejero y nocturno famoso en todo el mundo.
Durante muchos siglos Tarraco presumió de ser la capital de la provincia más grande del Imperio y la primera fundación romana en el continente después de Italia y las islas. El conjunto arqueológico de Tarragona que ha llegado hasta nosotros es uno de los más extensos conservados de la Hispania Romana, formado por un nutrido grupo de soberbios edificios y monumentos declarados Patrimonio Mundial por la Unesco.
Situado en el extremo meridional de Cataluña, el delta del Ebro constituye la zona húmeda más extensa de la región, solo superada en el litoral mediterráneo por la Camarga francesa, y en la península Ibérica por las marismas de Doñana. Gran parte del delta es un Parque Natural que contempla algunas zonas íntegramente reservadas a las especies animales y vegetales, y otras áreas de especial protección.
Antonio Gaudí es el artista catalán más creativo y original de su tiempo y uno de los mayores arquitectos de la historia. En Barcelona se encuentran sus obras más importantes, declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco: el Parque Güell, el Palacio Güell, la Casa Milà, la fachada de la Natividad y la cripta del Templo de la Sagrada Familia, la Casa Batlló, la Casa Vicens y la cripta de la colonia Güell (en Santa Coloma de Cervelló).
Cataluña dispone de una bodega privilegiada en la que destacan los vinos producidos en una docena de denominaciones de origen. El Penedès, cerca de Barcelona, es su mayor región vinícola. Al sur, la comarca del Priorato acoge la denominación de origen del mismo nombre y la de Montsant. En la Conca de Barberà los vinos se producen en extraordinarias bodegas de estilo modernista.
En espera de que el conjunto de los Pirineos sea un único parque natural, la parte catalana de la cordillera disfruta de dos maravillosas áreas protegidas, el Parque Natural de l’Alt Pirineu y el Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, este último con parajes transitables a pie de extraordinaria belleza.
El nombre de Costa Brava, acuñado a principios del siglo XX por los primeros visitantes eruditos de esta zona, ha prestigiado internacionalmente una amplia franja del litoral catalán, una costa abrupta y recortada, rocosa, enfrentada al empuje del mar, donde las plácidas playas de fina arena son excepción y las pequeñas y recónditas calas escondidas entre los roquedos son protagonistas.
Pocas cocinas gozan de tanto prestigio como la catalana, y más en los últimos años, cuando las estrellas Michelin refulgen en numerosos establecimientos y la crítica gastronómica internacional ha situado durante años a Ferran Adrià, a los hermanos Joan y Jordi Roca o Jordi Cruz entre los mejores cocineros del mundo.