El archipiélago balear, integrado por las islas de Mallorca, Menorca, Ibiza (Eivissa) y Formentera, junto con los islotes de Cabrera, Dragonera y otros muchos, compone la Comunidad Autónoma de las Baleares, con capital en Palma de Mallorca. Desde mediados del siglo XIX, cuando Mallorca comenzó a recibir un turismo de élite, el peso de este sector se ha ido acrecentando hasta convertirse, tras el espectacular boom producido desde la década de 1970, en el factor de desarrollo más importante y verdadero motor de la economía balear. El clima, los valores paisajísticos, la personalidad bien definida de cada una de las islas y, en general, la multiplicación de las posibilidades de ocio son los principales atractivos que justifican esa situación. Baleares es uno de los destinos de ensueño del Mediterráneo y no le faltan motivos: una naturaleza extraordinaria, ejemplificada en la mallorquina serra de Tramuntana, Paisaje Cultural de la Humanidad; calas de ensueño y un gran patrimonio arqueológico en Menorca, y bellísimas puestas de sol que anteceden a las divertidas noches sin fin de la isla de Ibiza.
Dos son las opciones que se tienen para llegar a las Baleares, y aunque el transporte aéreo es el recurso más demandado para viajar hasta las islas, y más rápido, no se debe dejar de tener en cuenta la opción del barco y las facilidades que ofrece para un equipaje voluminoso o, sencillamente, para embarcar el coche. El aeropuerto internacional de Son Sant Joan en Palma, principal vía de entrada de visitantes, goza de excelentes comunicaciones con la Península. Por mar, las líneas regulares que operan en Palma parten de Barcelona, Valencia y Dénia, y del resto de las islas.
El aeropuerto de Menorca está situado 4,5 kilómetros al suroeste de la capital de la isla, Maó. De naturaleza eminentemente turística, presenta un importante tráfico chárter. Transmediterránea ofrece rutas diarias en barco desde Barcelona, Valencia y Palma de Mallorca con destino el puerto marítimo de Maó.
El pequeño aeropuerto de Ibiza está en Sant Josep de sa Talaia, a tan solo 7,5 kilómetros de la capital ibicenca. Ibiza tiene dos puertos con conexiones marítimas para pasajeros con la Península, el de Eivissa y el de Sant Antoni de Portmany.
Mallorca cuenta con unas infraestructuras modernas y preparadas para el tránsito fluido de personas, bien en transporte público o privado. Existe una amplia red viaria que comunica todos los puntos de la isla, sobre todo carreteras locales y tres autovías.
Para moverse por Menorca se puede optar por el transporte público, autobús y taxi, el coche privado o bien medios más hedonistas, deportivos y estivales como la bicicleta o el caballo; sin mencionar que algunas de las calas de la isla son fabulosos lugares donde fondear a gusto y, claro, el barco un medio de transporte diferente.
Dadas las pequeñas dimensiones de Ibiza, desplazarse de un extremo a otro de la isla es relativamente fácil y rápido. Existe una buena red de autobuses que comunican no solo las poblaciones, sino también muchas playas, aunque ciertamente resulta más cómodo alquilar un vehículo para desplazarse con mayor libertad.
Además de los magníficos hoteles de sus costas, para todos los gustos y presupuestos, en las Baleares se ofrecen al viajero otras categorías de alojamiento, como el turismo rural o las viviendas de agroturismo (fincas de explotación agrícola, ganadera o forestal). Por otro lado, existen viviendas antiguas y rehabilitadas que se encuentran en los núcleos urbanos, cerca de las zonas turísticas y con una arquitectura afín al estilo de la población.
La mejor información sobre Mallorca totalmente actualizada y dividida en cuatro secciones. En la primera, titulada Excursiones por Mallorca, se describen cuatro recorridos por la isla. Cada uno de ellos se señala, en un color diferenciado, en los mapas de carreteras de la parte de la isla que se propone recorrer...
En un desordenado entramado de callejuelas estrechas y oscuras, repletas de acogedores rincones, se extiende la Palma medieval, con lugares tan señeros como la catedral, el palacio de la Almudaina, los Baños Árabes, las calles del antiguo barrio judío, y ya fuera del recinto de las viejas murallas, la llotja, excelencia del gótico civil mediterráneo. El recorrido por la Palma medieval debe concluir con una visita al famoso castillo de Bellver.
Este brazo pétreo en el que concluye la isla por el norte, verdadero finis terrae mallorquín, es uno de los espacios más bellos e impactantes de Mallorca, donde la roca y el mar se disputan violentamente el espacio sin permitir que la presencia humana se haya entrometido en la creación del paisaje.
Españoles, ingleses y franceses ocuparon el puerto de Maó en sucesivas ocasiones, en un juego de idas y venidas, producto de alianzas y de enemistades dignas de un folletín dieciochesco. De este acontecer histórico, y especialmente de la ocupación inglesa, permanece un imborrable aire colonial en el puerto de Maó y en toda la ciudad antigua.
Hacia el año 1400 a.C. florece en Menorca la llamada cultura talayótica, cuyos abundantes restos –gigantescas taules y talaiots– nos sorprenden casi a cada paso y definen una de las notas típicas del paisaje de la isla. Se cuentan por cientos los lugares de interés arqueológico, con la famosa naveta des Tudons a la cabeza.
Dalt Vila (la ciudad vieja de Ibiza) es uno de los más bellos y mejor conservados ejemplos de ciudadela mediterránea, producto de sucesivas aportaciones históricas y culturales. De origen púnico, ha sido después modelada con aportaciones de sucesivos ocupantes: romanos, bizantinos, árabes, pisanos, aragoneses y catalanes...
Las salinas pitiusas son, sin duda, un verdadero emblema natural, histórico y cultural para la sociedad insular. Normalmente, el visitante se limita a pasar junto a las salinas de Eivissa y Formentera. Tanto en una como en otra isla, debe hacerlo para acceder a algunas de las más bellas playas de las Baleares. Pero no debe olvidar que parte de este maravilloso lugar está declarado Patrimonio Mundial, justo el espacio marino que une ambas islas.
De Andratx a Pollença el viajero puede afrontar una larga ruta por las montañas del norte de Mallorca y disfrutar de los parajes naturales más espectaculares de la isla: impresionantes acantilados y roquedos, un vasto tapiz de pinares y encinares, y pequeños pueblos que no quieren saber nada de la Mallorca rendida al turismo. La sierra fue declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 2011.
El pequeño pueblo de Valldemossa es uno de los conjuntos de arquitectura popular mejor conservados de la isla de Mallorca. Pero su fama, de alcance internacional, le viene dada por su vieja cartuja y, sobre todo, por el invierno que pasaron en sus modestas celdas dos ilustres inquilinos: Frédéric Chopin y George Sand.
Casi destruida en 1558 por los turcos, la antigua capital de Menorca mantiene aún todo el sabor de una antigua ciudadela mediterránea. La ciudad es un lugar tranquilo y hospitalario que debe recorrerse sin prisas. Su paz solo se ve alterada durante las fiestas de Sant Joan por la fiebre de los jaleos y las carreras de caballos.
Por la isla de Menorca se extienden, formando una densa tela de araña, numerosos caminos rurales por los que es una delicia caminar. Lo que no muchos sabían fuera de la isla es la existencia de un antiguo trazado, el Camí de Cavalls, que circunvala la isla en su totalidad, pegado a la costa y que es plenamente transitable en sus más de 180 km (20 etapas).
Formentera es la pequeña mimada de las Baleares, la más reducida y mejor conservada de sus islas habitadas. A pesar del turismo, nada consigue alterar el ritmo pausado de la vida en la isla, donde una cita para el atardecer puede significar horas de tranquila espera bajo un porche, viendo sin prisas nacer, una a una en el crepúsculo, las estrellas en el cielo nítido...
La noche de Eivissa es legendaria, una fiesta continua durante los meses de verano. Cientos de locales abren sus puertas hasta altas horas de la madrugada, y en ellos desfilan todas las tendencias y son admitidas todas las extravagancias. Descubre la sonorización, los efectos de luz, los toboganes, las piscinas, los famosos, los tipos femeninos, los masculinos...
La gastronomía balear está fuertemente vinculada a su historia, condicionada en buena parte por dos etapas bien diferenciadas y definidas. Por un lado, la cocina medieval, ya sea herencia islámica o influencia catalana. Por otro, la rica cocina del siglo XVIII, que, más refinada, contaba con el cultivo en las islas de los productos americanos y la inspiración francesa. La dominación británica de Menorca se deja notar también en el arte de guisar o de fabricar determinados productos alimenticios. Contrastando con todo ello, seculares recetas fueron exportadas por los dominadores a sus respectivas metrópolis como la salsa mahonesa (de Mahón), mal llamada “mayonesa”, que hizo las delicias de los comensales en la corte de Luis XV. Célebre es también la caldereta de langosta menorquina, o las cocas y sobrasadas mallorquinas, sin olvidarnos de la imprescindible ensaimada.
Ibiza es un punto focal de la diversión nocturna internacional: no hacen falta grandes estrellas. En todo caso, las grandes estrellas son los clientes de los, a veces, extravagantes locales ibicencos. El espectáculo es, pues, Ibiza y la gente que la visita en verano. Algunas de las discotecas ibicencas tienen fama mundial. Hay gente que viene desde cualquier parte del planeta a las fiestas de inauguración de la temporada, a las que acuden los dj’s de más prestigio internacional. Más tranquila es Menorca, cuyos festejos tradicionales más conocidos y celebrados son las fiestas de caballos. Se celebran el día del santo patrón respectivo en cada localidad, destacando las fiestas de Sant Joan en Ciutadella. Diversos actos institucionales conmemoran en Palma la conquista de la ciudad a los árabes por parte del Rei Jaume I en 1229. Por lo demás, la vida cultural y festiva de Palma de Mallorca no tiene nada que envidiar a la del resto de capitales peninsulares.