El viejo Oporto discurre en zigzag y en pendiente. Un trazado urbano incómodo y hermoso en el que se levantan fachadas decadentes de colores sobre callejuelas empedradas y sombrías. En ese ambiente lo mundano y lo sagrado están condenados a entenderse. Por las noches en las calles da Galeria de Paris, de Cândido dos Reis y do Conde de Vizela se concentran los bares que llenan jóvenes y los que no lo son tanto, ajenos a la vecina iglesia y torre de los Clérigos. Una construcción barroca del siglo XVIII de 76 metros de altura que la convierten en el techo de Portugal. El peaje para disfrutar de las vistas que hay desde ahí arriba son los más de 200 escalones que hay que subir.

Oporto. La ribeira con la Torre do Clerigos al fondo

Al bajarlos las opciones son: reponer energías probando una francesinha, el bocado típico de Oporto (un sándwich XL compuesto de salchichas, jamón, queso derretido y un huevo frito por corona, acompañado de patatas fritas), o acercarse a unos de los lugares de peregrinación de la ciudad: la librería Lello. Es tan bonita como difícil acceder a su interior. La fila es larga, todo el mundo quiere entrar y desgastar sus emblemáticas escaleras. Lo de menos son los libros, un bien que parece estar pasado de moda. No así el arte del grafiti que decora los muros de las calles Miguel Bombarda y adyacentes, en las que se suceden galerías de arte, librerías, cafés, tiendas y restaurantes.

Menos moderna es la avenida de Boavista, custodiada por el fuerte de San Francisco Xavier. Esta artería está flanqueada por las casas de los portugueses que se fueron a Brasil y regresaron al hacer fortuna al otro lado del océano. A mitad de camino de la misma se encuentra uno de los polos más importantes del arte y de la cultura portuguesa, el Museo de Arte Contemporáneo Fundación Serralves. Un conjunto formado por la casa de Serralves de estilo art déco, el museo y el parque de 18 hectáreas en el que cohabita una gran diversidad arbórea y arbustiva, plantas autóctonas y exóticas.

Oporto. Jardines Serralbes

Otro espacio cultural que merece una visita es la Casa de la Música. Un diseño obra del arquitecto de los Países Bajos Rem Koolhaas, que se encuentra muy cerca del cementerio Agramonte. Este se construyó en 1885 como consecuencia de una epidemia de cólera y es el primer cementerio público de la ciudad. En este camposanto están enterrados, entre otros, los ingleses que trabajaron exportando el vino de Oporto a Inglaterra y Francia. La historia de Portugal no se entiende sin su vínculo con los ingleses. Es posible que ese nexo lo descubran en el gran mosaico de veinte mil azulejos que decora la estación de tren de São Bento. Se trata de otro de esos lugares cotidianos elevado a la categoría de monumento. Data del siglo XIX y se localiza en la plaza Almeida Garrett. Desde aquí parten los trenes con destino a los viñedos y a los pueblos de los alrededores.

Si nuestra opción es seguir recorriendo la ciudad desde São Bento se puede ir caminando a la catedral, la Sé, el monumento religioso más notable de la ciudad, y al palacio de la Bolsa, un edificio neoclásico reconocido como monumento nacional. La otra opción es poner rumbo hacia el Duero, por las calles de las Flores, de Mouzinho o las aledañas. Todas ellas desembocan a ese río que tan bien le sienta y a La Ribeira, barrio declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1996 y sobrevolado por cientos de gaviotas.

Vino de Oporto

Al otro lado del río se ubica Vila Nova de Gaia, municipio que alberga las bodegas donde se conservan los barriles de pino y roble que contienen el vino que de manera injusta se denomina de Oporto. La mayoría de familias propietarias de negocios vinculados con este vino, que no se toma mientras se come, sino de aperitivo o como epílogo del ágape, son de origen británico: Graham’s, Sandeman… aunque también los hay de origen portugués: Cálem, Ramos Pinto.

El matrimonio entre Don João y Filipa de Lencastre en el siglo XIV es la raíz de la estrecha relación lusobritánica. Aquel contrato matrimonial se tradujo en la adopción de costumbres inglesas por parte de la sociedad portuguesa. Luego, si nos cruzamos en su paseo con bocas de riego y cabinas de teléfono de color rojo igual que las que hay en Londres, ya sabremos por qué. La introducción de la cultura de los baños en verano en las playas vecinas de Foz y Matosinhos sí que desencadenó cambios en la vida de los lusos. Para salvar la distancia que existe entre la ciudad y las playas próximas se instauró el uso del tranvía con la adquisición de los vehículos a una compañía inglesa. Corría el año 1895. Este medio de transporte en sus inicios fue burgués y hacía el recorrido Carmo-Arrábida. En la actualidad solo funcionan tres líneas: 1, 18 y 22. Para conocer la historia de este medio de locomoción, lo mejor es curiosear el Museu do Carro Eléctrico. Una visita que discurre entre antiguos tranvías y su predecesor, el denominado “Americano”, procedente de Nueva York y que era tirado por caballos o mulas.

Oporto. Tranvía histórico curculando por las calles

No hay que ser muy listo para adivinar la rivalidad que existe entre Oporto, una ciudad comercial ligada al mar, y la capital de Portugal. Razones para amar a Oporto no faltan.

Guía práctica

Turismo de Portugal

https://www.visitportugal.com/es

Cómo ir

Vuelos desde Madrid, Barcelona, Bilbao, Málaga y Valencia (estos dos últimos con escala en Lisboa), con la compañía portuguesa de la TAP.

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Dónde dormir

- Pensão Favorita. Un lugar tan tranquilo que no parece que estés en el centro de la ciudad. En la calle artística de Miguel Bombarda.

- Guest House Douro. Alojamiento tan exclusivo como familiar a orillas del río Duero. Sus propietarios hacen excelentes recomendaciones secretas de la ciudad.

- Hotel Teatro. Alojamiento de diseño que recoge el bohemio ambiente del antiguo teatro Baquet que le precedió,  en el centro de la ciudad.

Dónde comer

- Restaurante A Grade. En la rua Sao Nicolau 9, cocina local y casera.

- Taberna S. Pedro. Al otro lado del río, en Vila Nova de Gaia, en la rua Agostinho Albano 84. Pescado fresco cocinada a la parrilla.

- Restaurante Os Lusíadas. Ofrece una gran selección de pescados y mariscos. En Matosinhos, puerto pesquero muy cerca de Oporto.

Para seguir descubriendo los encantos de esta maravillosa ciudad te recomendamos nuestras Guiarama de Oporto, con toda la información imprescindible para una visita completa y agradable.

Texto: Galo Martín Aparicio
Fotografías: 123RF