Cádiz es una ciudad antiquísima cuyo solar no alcanza los 20 km2. Por lo tanto, todo lo antiguo se halla estibado en el subsuelo, apareciendo cada tiempo, como los impresionantes sarcófagos antropoides fenicios o el teatro romano. La particularidad de Cádiz es que se quedó varada en el siglo XVIII, en lo que a su traza y a su arquitectura se refiere, en la época de la Casa de Contratación y los galeones que llegaban de América cargados de plata y oro. Rodeada casi enteramente por el mar, muchos la han comparado con una tacita de plata. Cuenta con cuatro preciosas playas, La Caleta, Santa María, La Victoria y Cortadura, las cuatro abiertas a la inmensidad del Atlántico. En febrero, toda la ciudad participa en la celebración de sus famosos Carnavales.
Para visitar Cádiz hay que estar dispuesto a pasear sin prisas, dejarse llevar e ir descubriendo poco a poco la ciudad. La visita se puede iniciar en Puerta de Tierra, para ir adentrándose en los barrios de Santa María y el Pópulo. La calle Sacramento, desde la plaza de las Flores, atraviesa el centro pasando por la Torre Tavira, el punto más alto de la ciudad, el oratorio San Felipe Neri y el Gran Teatro Falla, antes de llegar al Parque Genovés y al mar. La playa de la Caleta y el barrio de la Viña son dos lugares muy frecuentados por los gaditanos durante las horas de ocio. Después quedan las Alamedas, que se asoman al mar, y las calles hacia el interior, donde las plazas de Mina, San Francisco, de España y el puerto se han ido adaptando a lo largo de los últimos siglos a las necesidades de la ciudad. Las calles que confluyen en la plaza del Palillero son las más comerciales y bulliciosas durante el día. Autobús turístico Sightseeing (avda. del Puerto, 1. Telf. 956 105 650).
La oferta hotelera es variada y abundante. La provincia dispone de numerosos alojamientos tanto para el turismo de interior como de playa en verano. Tenemos que tener en cuenta que, además de agosto, se consideran temporada alta en la capital las fechas de Carnaval y Semana Santa, y las del Mundial de Motociclismo y la Feria del Caballo, en Jerez de la Frontera.
Visible desde toda la fachada atlántica de Cádiz, y desde el mar, la Catedral es punto de referencia de la ciudad y lugar de descanso del insigne músico Manuel de Falla.
La playa por antonomasia de Cádiz, bella y coqueta, de arenas doradas y finísimas. Aquí estuvo el primer puerto con el que contó la ciudad, construido por los fenicios.
Lugar con sabor antillano, con coloridas casas de estilo colonial y un buen número de terrazas para comer y tomar café mientras se observa el continuo trasiego de gente. En esta plaza se alza el edificio del Ayuntamiento.
Cuando llega febrero, toda la bahía, pero sobre todo la ciudad de Cádiz, explota en cantes y risas, con sus coros, chirigotas, comparsas y cuartetos.
El vino, el cante flamenco, el caballo, la alegría y el señorío constituyen las notas más singulares de esta deslumbrante ciudad, que se encuentra a 30 kilómetros de Cádiz y a solo 11 kilómetros del Atlántico.
El peñón más meridional de la Península Ibérica, enclave británico que yace varado en la bahía de Algeciras, de espaldas al mundo, tan cerca de España y a la vez tan lejos.
La torre occidental de la Catedral es la más alta con que cuenta la ciudad. Desde el campanario se obtienen impresionantes vistas de Cádiz, de la bahía y del Atlántico.
Los inmensos arenales de Chiclana, Conil, El Palmar, Caños de Meca, Zahara de los Atunes, Bolonia, Tarifa… para disfrutar de los chiringuitos, del sol, el agua y el viento.
En las tabernas, en los restaurantes o en las mismísimas bodegas. Finos, olorosos, amontillados, palo cortado, dulces, semidulces de Jerez de la Frontera y la manzanilla de Sanlúcar de Barrameda.
Encaramados en los montes, colgados de las rocas, llenos de historia, los pueblos de la Serranía de Cádiz aguardan su descubrimiento: Arcos de la Frontera, Bornos, Espera, El Gastor, Zahara de la Sierra, Algodonales, Olvera, Setenil de las Bodegas…
El marisco es el auténtico rey de la mesa gaditana. Pescados propios del litoral como la dorada, la urta, el róbalo, la acedía, los boquerones y la merluza constituyen soberbios personajes de la corte real marina. Uno de los platos más tradicionales es el pescaíto frito, que puede degustarse en cualquiera de las múltiples freidurías y restaurantes. Platos de larga tradición son la urta a la roteña y el cazón en adobo. Muy gaditanos son también la caballa con piriñaca, la tortilla de camarones y el bienmesabe. Y de postre, el afamado turrón de Cádiz, a base de mazapán y frutas.
En febrero, el Carnaval, declarado de Interés Turístico Nacional. Tras el Concurso de Coros, Comparsas y Chirigotas que se celebra en el Teatro Falla, las agrupaciones recorren las calles de la ciudad. Calles y plazas se llenan de todo tipo de máscaras, en un estallido de alegría y de color. La Semana Santa reviste la espectacularidad de la mayoría de las capitales andaluzas.
De gran relevancia son los festivales Alcances, Muestra Cinematográfica del Atlántico, en septiembre y el Festival Internacional de Teatro (FIT), en octubre.