La capital del Tormes, con las torres de sus templos alzadas sobre el río como cúspides de un bosque de dorada piedra, posee la condición de esos lugares capaces de fascinar inagotablemente la mirada y la voluntad de quien los recorre. Pocas ciudades admiten el calificativo de monumental con tanta exactitud. Menos aún se muestran tan identificadas, todavía, con el papel que les ha dado esplendor y fama en la historia: su actividad de centro universitario, secreto por antonomasia de su eterna juventud. Y es que Salamanca, pese a haber extendido notablemente su perímetro urbano en las últimas décadas, sigue siendo un escenario en el que resulta muy fácil hacer verdad el dicho: aquí se viene a aprender... A aprehender, también, el vuelo de la belleza en sus más variadas formas. La Ciudad Vieja de Salamanca está declarada Patrimonio Mundial por la Unesco.
El aeropuerto de Salamanca se encuentra a 15 km de la ciudad por la carretera N 501 (Ávila-Salamanca) o la autovía A-50 (Ávila-Salamanca), salida 85. Los vuelos se realizan, preferentemente, con París, Baleares, Canarias, Barcelona y Málaga. A la Estación de Autobuses, llegan y parten los autocares que realizan los servicios a diferentes puntos de la provincia y de España. La estación del ferrocarril se encuentra relativamente céntrica, en el paseo de la Estación, a 15 minutos a pie de la Plaza Mayor. El trayecto en tren desde Madrid es de 1 hora 40 minutos. Las principales carreteras de acceso son la autovía Vía de la Plata A 66 (Gijón-Sevilla), la autovía de Castilla A-62 (Burgos-Portugal) y la A-50 (Salamanca-Ávila), desde de se conecta con las AP-51 y AP-6 hasta Madrid.
Podéis disfrutar de Salamanca paseando, pues no es una ciudad excesivamente grande y su casco histórico está peatonalizado. Los autobuses urbanos tienen puntos de salida y llegada en la céntrica plaza del Mercado, así como en la zona de la Gran Vía; se pueden consultar los recorridos en las distintas paradas. Los estacionamientos subterráneos se encuentran en puntos céntricos: en la plaza de Santa Eulalia (acceso desde la Gran Vía); en la plaza del Campillo (acceso por la avenida de Mirat), y bajo el jardín del hospital de la Santa Trinidad (acceso por paseos de Carmelitas-San Vicente).
La ciudad de Salamanca reúne una notable oferta hotelera. Nuevos hoteles, modernos y atractivos, establecimientos clásicos y afamados que se han renovado, e incluso hostales y pensiones con reconocido buen tono. En la provincia existe una interesante oferta de alojamiento rural, sobre todo en las sierras de Francia y de Béjar. Si de fines de semana se trata, vacaciones o puentes, será más que procedente reservar.
Una guía práctica y totalmente actualizada, ideal para realizar un corto viaje a Salamanca. La guía está dividida en cuatro apartados. En el primero, titulado Diez Indispensables, se propone una selección de los lugares, curiosidades y tradiciones de Salamanca y su provincia que no hay que perderse: La Plaza Mayor, El casco antiguo, La ciudad del plateresco, Ruta literaria, Sierra de Francia, Las Arribes del Duero...
La Plaza Mayor, hermosa, impecable, proporcionada y noble asombra por su vitalidad y fuerza. Imán para el forastero y patio de casa común para el local, por sus cuatro lados discurre la vida urbana con el ritmo de la mejor novela.
Construida en el siglo XV, es uno de los edificios civiles más representativos, con su elegante mezcla de formas tardogóticas y renacentistas y su fachada principal cuajada de las veneras que le dan nombre.
Fundada por Alfonso X el Sabio en 1254, al periodo de esplendor de los siglos XV y XVI corresponde la ejecución de sus principales edificios, entre los que destaca el de las Escuelas Mayores. Desde el patio de las Escuelas se contempla la magnífica fachada plateresca.
El conjunto catedralicio está formado por dos edificios diferentes, aunque comunicados entre sí. La Catedral Nueva, iniciada en 1513, es de estilo gótico tardío con numerosos elementos renacentistas. La Catedral Vieja (siglos XII-XIII), iniciada en estilo románico, se concluyó con formas protogóticas.
Desde 2006, la sierra de Francia, junto a la de Béjar, es Reserva de la Biosfera, debido a la riqueza natural que alberga, sin desmerecer su rico patrimonio cultural, con núcleos urbanos llenos de tipismo, como La Alberca o Candelario.
En el interior de su recinto por completo amurallado, Ciudad Rodrigo posee un amplísimo conjunto monumental de extraordinario interés. Es imponente el castillo del siglo XVI, hoy Parador de Turismo.
Para conocer Salamanca es preciso internarse por el casco antiguo paseando para descubrir motivos que, de otra forma, pasarían inadvertidos. Surgen rincones y saltan los detalles, sea en una fachada o en un patio, en una plaza o en un bar.
Recorrer las catedrales y subir a la torre de las Campanas de la Catedral Vieja para disfrutar de ámbitos antes ocultos y, también, de perspectivas y conocimientos que aportan disfrute en el recorrido por los dos templos engarzados.
A esta comarca, fronteriza con Portugal, es lógico que se acuda para contemplar un paisaje bravo, incluso brutal en algunos puntos a causa de la dureza de sus farallones y caídas hacia el contraste sereno del remanso de las aguas del río Duero.
Es el ámbito por excelencia de la dehesa salmantina, esa maravilla medioambiental que encuentra su motivo más identificador en la encina. En estos campos pacen las vacas y toros bravos, el ganado morucho autóctono y el cerdo ibérico.
Al igual que geográficamente Salamanca es una zona de conexión entre Castilla y Extremadura, también en su cocina se dan la mano la tradición mesetaria de los asados con la peculiar y excelente chacinería del cerdo ibérico, con denominación de origen de Guijuelo o Ledrada.
Las suculencias de esa riqueza provincial revierten sobre la capital en forma de magníficos productos (jamón, lomo, chorizo cular, salchichón). Sobre estas bases, y contando con las afamadas legumbres (lentejas de la Armuña, alubias pintas, garbanzos) y verduras, junto a la aún no perdida habilidad para el aderezo de truchas, tencas y otros pescados, se configura la oferta culinaria autóctona. En ella es obligado mencionar especialidades como la chanfaina, el hornazo y el picadillo.
Salamanca celebra las fiestas patronales de San Juan de Sahagún en torno al 12 de junio y diversas ferias y fiestas entre el 8 (Virgen de la Vega) y el 21 (San Mateo) de septiembre, en ambos casos con los habituales actos lúdicos y culturales, si bien las de septiembre poseen una marcado carácter taurino. Cierto interés tiene también la Semana Santa, pasada la cual, el lunes posterior al segundo domingo de Pascua (Lunes de Aguas) es tradicional ir a merendar el hornazo a la ribera del río siguiendo una costumbre que se remonta al menos al siglo XVI. Los estudiantes, en semejante fecha, salían con barcas y gran alborozo a recoger a las prostitutas que durante la Cuaresma tenían prohibido ejercer su oficio y eran confinadas a la otra orilla del Tormes.